El Cine, siempre rendido ante los encantos del jazz
POR: CARMEN VARELA
01-08-2019 00:00:00
Las bandas sonoras son una parte importante del éxito de una película, así ha sido desde la época del cine mudo donde antes que diálogos se contó con musicalización, desde el piano solitario hasta la gran orquesta, ejecutando lo mismo partituras clásicas que música original, y en ese marco el llamado género sincopado siempre ha estado ahí, por eso, en el Día Internacional del Jazz (30 de abril), recordamos emblemáticas obras que dan cuenta de esta dupla.
El fenómeno fue ampliamente documentado por David Meeker en su libro “Jazz in the Movies”, que recopila más de tres mil 700 reseñas de películas relacionadas con el jazz o en las que figuran algunos de sus máximos exponentes, y en el de “Cine y Jazz”, de Carlos Aguilar, que fue editado en 2013, y promovido mediante una foto de Ella Fitzgerald y Marilyn Monroe.
Ángel Luis Inurria, de “Cine para leer” rescata ambos documentos para hacer un recuento que comienza en los inicios del siglo XX, cuando el cine silente era acompañado por pianistas entre los que se puede ubicar a Count Basie, que a finales de los años 20 acompañaba a artistas de vodevil y se alquilaba como ejecutante a una productora de cine mudo.
En 1927 surge el primer largometraje comercial con sonido sincronizado y fue justamente “The jazz Singer”, de Alan Crosland, y dos años más tarde se filma “Aleluyah”, de King Vidor, ambas tienen en común estándares de jazz del compositor judío Irving Berlin.
Conforme el Séptimo arte se fue desarrollando el jazz se puede encontrar como un homenaje a dicha música y sus exponentes, tal es el caso de “Stormy Weather” (1934)”, de Andrew L. Stone, y “Cabin in the sky”, rodada por Vincent Minelli, quien reúne en esta cinta a Duke Ellington y su orquesta, a Lena Horne y al chispeante Louis Armstrong, quien repite en “New Orleans”, de Arthur Lubin, en 1947.
A lo largo de los siguientes años, varios son los cineastas de renombre que rinden tributo a las figuras señeras del jazz, tal es el caso de Benny Goodman, de quien se filmó “The Benny Goodman Story”, bajo la dirección de Valentine Davis, en 1955; “Tu mano en la mía” (Melville Shavelson), que rinde tributo al trompetista Red Nichols, en 1959, “Bird”, de 1988, sobre la vida y legado de
Charlie Parker.
Ni qué decir de “Let’s get lost”, dirigida por Bruce Webber, y que recrea la vida y obra del icónico trompetista Chet Baker, y el documental que en 2015 fue estrenado en el Festival Internacional de Jazz de Montreal, en torno a la vida, obra y época del afamado pianista canadiense Oscar Peterson.
Mención aparte tienen cintas como “Cotton Club” y “Kansas City”, de Francis Ford Coppola y Robert Altman, respectivamente, así como “Alrededor de la medianoche”, adaptación de “Le danse des infideles”, donde el músico Dexter Gordon da vida a otro jazzista y sus andanzas en París.
Coincido en que más allá de su papel referencial, el jazz siempre ha estado presente no sólo en sus títulos o protagonistas, sino como parte fundamental de la música por la cual han transitado las más grandes creaciones fílmicas de todos los tiempos, desde las más finas hasta las más comerciales.
Muestra de ello también es el cine de Damien Chazelle, primero con “Wiplash” (2014), donde se auto homenajea como el baterista de jazz que se formó, y luego con “La, la land” (2016), en la que evidencia al apasionado melómano, amante del jazz que siempre ha sido.
En México hay varios talentos haciendo musicalización, pero específicamente un proyecto que una al jazz y al cine lo presentan recientemente el pianista Alex Mercado y el guitarrista Tod Clouser, quienes desde hace un par de años han hecho una serie de presentaciones de su proyecto “Cinema”.
Un soundtrack a la limón que recorre a la inversa el camino de las bandas sonoras, pues no parte del acompañamiento de imágenes para la creación, sino que desafía a los cineastas a crear historias a partir de los temas por ellos compuestos e interpretados.
Las bandas sonoras son una parte importante del éxito de una película, así ha sido desde la época del cine mudo donde antes que diálogos se contó con musicalización, desde el piano solitario hasta la gran orquesta, ejecutando lo mismo partituras clásicas que música original, y en ese marco el llamado género sincopado siempre ha estado ahí, por eso, en el Día Internacional del Jazz (30 de abril), recordamos emblemáticas obras que dan cuenta de esta dupla.
El fenómeno fue ampliamente documentado por David Meeker en su libro “Jazz in the Movies”, que recopila más de tres mil 700 reseñas de películas relacionadas con el jazz o en las que figuran algunos de sus máximos exponentes, y en el de “Cine y Jazz”, de Carlos Aguilar, que fue editado en 2013, y promovido mediante una foto de Ella Fitzgerald y Marilyn Monroe.
Ángel Luis Inurria, de “Cine para leer” rescata ambos documentos para hacer un recuento que comienza en los inicios del siglo XX, cuando el cine silente era acompañado por pianistas entre los que se puede ubicar a Count Basie, que a finales de los años 20 acompañaba a artistas de vodevil y se alquilaba como ejecutante a una productora de cine mudo.
En 1927 surge el primer largometraje comercial con sonido sincronizado y fue justamente “The jazz Singer”, de Alan Crosland, y dos años más tarde se filma “Aleluyah”, de King Vidor, ambas tienen en común estándares de jazz del compositor judío Irving Berlin.
Conforme el Séptimo arte se fue desarrollando el jazz se puede encontrar como un homenaje a dicha música y sus exponentes, tal es el caso de “Stormy Weather” (1934)”, de Andrew L. Stone, y “Cabin in the sky”, rodada por Vincent Minelli, quien reúne en esta cinta a Duke Ellington y su orquesta, a Lena Horne y al chispeante Louis Armstrong, quien repite en “New Orleans”, de Arthur Lubin, en 1947.
A lo largo de los siguientes años, varios son los cineastas de renombre que rinden tributo a las figuras señeras del jazz, tal es el caso de Benny Goodman, de quien se filmó “The Benny Goodman Story”, bajo la dirección de Valentine Davis, en 1955; “Tu mano en la mía” (Melville Shavelson), que rinde tributo al trompetista Red Nichols, en 1959, “Bird”, de 1988, sobre la vida y legado de
Charlie Parker.
Ni qué decir de “Let’s get lost”, dirigida por Bruce Webber, y que recrea la vida y obra del icónico trompetista Chet Baker, y el documental que en 2015 fue estrenado en el Festival Internacional de Jazz de Montreal, en torno a la vida, obra y época del afamado pianista canadiense Oscar Peterson.
Mención aparte tienen cintas como “Cotton Club” y “Kansas City”, de Francis Ford Coppola y Robert Altman, respectivamente, así como “Alrededor de la medianoche”, adaptación de “Le danse des infideles”, donde el músico Dexter Gordon da vida a otro jazzista y sus andanzas en París.
Coincido en que más allá de su papel referencial, el jazz siempre ha estado presente no sólo en sus títulos o protagonistas, sino como parte fundamental de la música por la cual han transitado las más grandes creaciones fílmicas de todos los tiempos, desde las más finas hasta las más comerciales.
Muestra de ello también es el cine de Damien Chazelle, primero con “Wiplash” (2014), donde se auto homenajea como el baterista de jazz que se formó, y luego con “La, la land” (2016), en la que evidencia al apasionado melómano, amante del jazz que siempre ha sido.
En México hay varios talentos haciendo musicalización, pero específicamente un proyecto que una al jazz y al cine lo presentan recientemente el pianista Alex Mercado y el guitarrista Tod Clouser, quienes desde hace un par de años han hecho una serie de presentaciones de su proyecto “Cinema”.
Un soundtrack a la limón que recorre a la inversa el camino de las bandas sonoras, pues no parte del acompañamiento de imágenes para la creación, sino que desafía a los cineastas a crear historias a partir de los temas por ellos compuestos e interpretados.
