En México también le sacamos brillo a la pista de baile
POR: MARÍA DEL CARMEN VARELA
30-04-2019 11:26:38
El cine mexicano, famoso por su Época de Oro, también ha dado importante cabida a la danza y a sus más destacados exponentes, desde las esculturales rumberas, encabezadas por Ninón Sevilla y Tonglele, hasta Adalberto Martínez “Resortes”, Mario Moreno “Cantinflas” o Germán Valdés “Tin Tán”, pasando por el afamado Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández y la crotalista universal Sonia Amelio.
De esculturales cuerpos y sensuales movimientos, las rumberas llegaron a México principalmente de Cuba, nombres como el de Ninón Sevilla, María Antonieta Pons, Meche Barba, Rosa Carmina y Amalia Aguilar, por citar algunas, se apoderaron primero de los teatros y después de las salas cinematográficas, dejando una huella imborrable, sobre todo entre el espectador masculino.
De esos años, entre los 40 y poco antes de los 70, figuran María Antonieta Pons (1922-2004), quien es considerada por los conocedores como la primera rumbera del cine mexicano. Ella hizo Siboney con Juan Orol en 1938, pero en su haber figuran también títulos como: Konga Roja, al lado de Pedro Armendáriz, dirigida por Alejandro Galindo, en 1943, y Pasiones Tormentosas, bajo la tutela de Orol, en 1946.
También filmó Las mil y una noches, con Germán Valdés Tin Tán; el thriller musical El teatro del Crimen, dirigida por Fernando Cortés, y Caña Brava, de 1966, al lado de Javier Solís.
Otra película donde el baile es el hilo conductor es Aventurera, dirigida por Alberto Gout, que inaugura formalmente el cine de rumberas, con Ninón Sevilla (1929-2015) como la original Elena Tejero, al lado de Julia Palma y Tito Junco. Emilia Pérez Castellanos, por su nombre de pila, participaría además en películas como Sensualidad, Aventuras en Río, Mulata y Yambaó, evidencia de su talento histriónico y dancístico.
Conocida como La bomba atómica, Amalia Aguilar (1924) tuvo un paso breve pero sustancioso en el cine con su baile, como lo evidenció en Las viudas del cha cha chá, una comedia musical de 1955, dirigida por Miguel M. Delgado; y en Dicen que soy mujeriego (1949), estelarizada por Pedro Infante y Sara García, bajo la dirección de Roberto Rodríguez.
Rosa Carmina (1929) llegó a la pantalla con Juan Orol y la cinta Una mujer de Oriente, de 1946; le seguirían El reino de los gánsters y la trilogía Percal, que la catapulta a la fama; mientras que Meche Barba, de origen Neoyorkino, dejó huella en películas como Amor de la calle y Si fuera una cualquiera.
El llamado Pachuco de oro, Germán Valdés Tin Tán, hizo época con cintas musicales como Calabacitas tiernas y El rey del barrio, ambas bajo la dirección de Gilberto Martínez Solares.
Surgido en las carpas mexicanas, Mario Moreno “Cantinflas” se consagró por su característico leguaje rebuscado pero también por sus improvisados bailes que dieron sello a muchas de sus películas, y a quien lo mismo se puede apreciar bailando swing en el Tenampa, que tango o hasta el mismísimo Bolero, de Maurice Ravel, en cintas como El bombero atómico o El bolero de Raquel.
Mención aparte merece Adalberto Martínez “Resortes”, actor, cómico pero sobre todo bailarín, quien lució sus mejores pasos en Al son del mambo (1950), Baile mi rey (1951), Rumba caliente (1952), el Rey de México y Viva la juventud, por mencionar algunas donde el mambo y el cha cha chá encontraron un emblemático exponente.
Por su parte, el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández ha tenido un sinfín de participaciones en cintas que muestran el folclor mexicano y hasta en dramas como El diario de mi madre (1958), en la cual la actriz Marga López interpreta a Mérida Valdés, una bailarina que pese a sus conflictos amorosos lucha por alcanzar su sueño de pertenecer a esa emblemática compañía dancística. La misma Marga luce pasos de baile en Salón México, de 1949, bajo la dirección de Emilio “Indio” Fernández y con la coactuación de Miguel Inclán.
Un caso diferente es el de Sonia Amelio, quien, siendo una internacional bailarina mexicana, incursionó en la actuación para participar en diversas películas aunque no tuvieron que ver con su actividad dancística, tal es el caso de su aparición en la cinta Tacos al carbón o Mi niño Tizoc, ésta última al lado de Alberto Vázquez.
Además de las mencionadas, Videocine considera imperdibles escenas de baile en el cine mexicano las ejecutadas por Tin Tán y Vitola en El rey del barrio (1949), Amalia Aguilar y resortes en Al son del mambo (1950), Tongolele en Había una vez un marido, de 1950; Roberto Cobo y Gonzalo Vega, en El lugar sin límites; María Rojo en Danzón y Maribel Verdú, Diego Luna y Gael García en Y tu mamá también. Y tú ¿cuáles recuerdas?
El cine mexicano, famoso por su Época de Oro, también ha dado importante cabida a la danza y a sus más destacados exponentes, desde las esculturales rumberas, encabezadas por Ninón Sevilla y Tonglele, hasta Adalberto Martínez “Resortes”, Mario Moreno “Cantinflas” o Germán Valdés “Tin Tán”, pasando por el afamado Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández y la crotalista universal Sonia Amelio.
De esculturales cuerpos y sensuales movimientos, las rumberas llegaron a México principalmente de Cuba, nombres como el de Ninón Sevilla, María Antonieta Pons, Meche Barba, Rosa Carmina y Amalia Aguilar, por citar algunas, se apoderaron primero de los teatros y después de las salas cinematográficas, dejando una huella imborrable, sobre todo entre el espectador masculino.
De esos años, entre los 40 y poco antes de los 70, figuran María Antonieta Pons (1922-2004), quien es considerada por los conocedores como la primera rumbera del cine mexicano. Ella hizo Siboney con Juan Orol en 1938, pero en su haber figuran también títulos como: Konga Roja, al lado de Pedro Armendáriz, dirigida por Alejandro Galindo, en 1943, y Pasiones Tormentosas, bajo la tutela de Orol, en 1946.
También filmó Las mil y una noches, con Germán Valdés Tin Tán; el thriller musical El teatro del Crimen, dirigida por Fernando Cortés, y Caña Brava, de 1966, al lado de Javier Solís.
Otra película donde el baile es el hilo conductor es Aventurera, dirigida por Alberto Gout, que inaugura formalmente el cine de rumberas, con Ninón Sevilla (1929-2015) como la original Elena Tejero, al lado de Julia Palma y Tito Junco. Emilia Pérez Castellanos, por su nombre de pila, participaría además en películas como Sensualidad, Aventuras en Río, Mulata y Yambaó, evidencia de su talento histriónico y dancístico.
Conocida como La bomba atómica, Amalia Aguilar (1924) tuvo un paso breve pero sustancioso en el cine con su baile, como lo evidenció en Las viudas del cha cha chá, una comedia musical de 1955, dirigida por Miguel M. Delgado; y en Dicen que soy mujeriego (1949), estelarizada por Pedro Infante y Sara García, bajo la dirección de Roberto Rodríguez.
Rosa Carmina (1929) llegó a la pantalla con Juan Orol y la cinta Una mujer de Oriente, de 1946; le seguirían El reino de los gánsters y la trilogía Percal, que la catapulta a la fama; mientras que Meche Barba, de origen Neoyorkino, dejó huella en películas como Amor de la calle y Si fuera una cualquiera.
El llamado Pachuco de oro, Germán Valdés Tin Tán, hizo época con cintas musicales como Calabacitas tiernas y El rey del barrio, ambas bajo la dirección de Gilberto Martínez Solares.
Surgido en las carpas mexicanas, Mario Moreno “Cantinflas” se consagró por su característico leguaje rebuscado pero también por sus improvisados bailes que dieron sello a muchas de sus películas, y a quien lo mismo se puede apreciar bailando swing en el Tenampa, que tango o hasta el mismísimo Bolero, de Maurice Ravel, en cintas como El bombero atómico o El bolero de Raquel.
Mención aparte merece Adalberto Martínez “Resortes”, actor, cómico pero sobre todo bailarín, quien lució sus mejores pasos en Al son del mambo (1950), Baile mi rey (1951), Rumba caliente (1952), el Rey de México y Viva la juventud, por mencionar algunas donde el mambo y el cha cha chá encontraron un emblemático exponente.
Por su parte, el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández ha tenido un sinfín de participaciones en cintas que muestran el folclor mexicano y hasta en dramas como El diario de mi madre (1958), en la cual la actriz Marga López interpreta a Mérida Valdés, una bailarina que pese a sus conflictos amorosos lucha por alcanzar su sueño de pertenecer a esa emblemática compañía dancística. La misma Marga luce pasos de baile en Salón México, de 1949, bajo la dirección de Emilio “Indio” Fernández y con la coactuación de Miguel Inclán.
Un caso diferente es el de Sonia Amelio, quien, siendo una internacional bailarina mexicana, incursionó en la actuación para participar en diversas películas aunque no tuvieron que ver con su actividad dancística, tal es el caso de su aparición en la cinta Tacos al carbón o Mi niño Tizoc, ésta última al lado de Alberto Vázquez.
Además de las mencionadas, Videocine considera imperdibles escenas de baile en el cine mexicano las ejecutadas por Tin Tán y Vitola en El rey del barrio (1949), Amalia Aguilar y resortes en Al son del mambo (1950), Tongolele en Había una vez un marido, de 1950; Roberto Cobo y Gonzalo Vega, en El lugar sin límites; María Rojo en Danzón y Maribel Verdú, Diego Luna y Gael García en Y tu mamá también. Y tú ¿cuáles recuerdas?