Rogue One: una inconsistente historia de Star Wars
POR: SAÚL ARELLANO MONTORO
14-12-2016 16:01:57
Desde el primer momento en que la legendaria Lucasfilm entró al portafolio de productos altamente redituables de Disney, se dispararon una serie de proyectos que pretenden llevar a la franquicia más allá de una galaxia muy, muy lejana. El primer paso fue la polémica The Force Awakens en 2015; el siguiente es la primera película que se desprende de la historia original: Rogue One: A Star Wars Story.
Esto implica mucha capacidad de creación debido a que, si bien es cierto que hay miles de historias alrededor de la saga original en otras ventanas de atención, lo que se realice formará parte del Universo Cinematográfico de Star Wars... Un gran compromiso.
Compromiso del que no salió tan bien parado el director Gareth Edwards (Godzilla 2014) que tuvo la inmensa fortuna de poder crear una gran historia con juguetes nuevos y la desperdició al presentar un producto con altibajos, inconsistente y que se notaba perdido en muchas secuencias que sacaron sus actores por profesionalismo y no por dirección.
Rogue One: Parte Uno
En un esfuerzo por “querer ser y no ser parte del UCSW”, la película empieza tan ambigua como le es posible. Elimina la explicación ascendente en letra amarilla que se pierde en el horizonte, no hay fanfarria de John Williams y los lugares que vamos conociendo son presentados con un letrero. Por supuesto que esto causa sorpresa pero de alguna forma nos prepara para lo que veremos en la primera parte.
El ritmo es lento, los momentos de drama son copia al carbón de otras vistas y comprobadas en la saga original, hay secuencias en que los diálogos dichos por los actores (ninguno se salva) suenan acartonados y planos, la cámara se nota ajena y las escenas de acción distan mucho de ser emocionantes por el hecho de que la edición le quita el ritmo a la secuencia. Los personajes se van presentando de manera forzada, no es fluido ni orgánico, los motivos que los mueven no son claros (otra vez, ambiguo) salvo el de Felicity Jones que desde el principio es presentado. Diego Luna hace una buena interpretación de su personaje aun cuando no tiene grandes diálogos y se le ve perdido en un par de secuencias debido a la nula capacidad del director Gareth, así que saca el trabajo por actuación propia.
Las “referencias” o “guiños” no son sino un desesperado recurso de Gareth Edwards para “querer ser” una película de Star Wars y que la gente no la confunda con algún episodio de cualquier serie de ciencia ficción de Netflix, HBO o cualquier otra cadena de televisión. Todo lo que aparece de la saga original de Star Wars en esta primera parte de Rogue One no es sino un forzado intento de recordarnos que el boleto que pagamos fue para ver una película de Star Wars y no de Stargate, Galactica, Firefly o Babylon 5... No digamos Star Trek.
No hay Jedis pero si hay creyentes en “la fuerza” que la usan (otra vez, no hay coherencia) cada vez que pueden, la palabra “esperanza” se nos impone a diestra y siniestra de forma innecesaria, la búsqueda de un giro político-social falla de forma evidente al desarrollarse en una locación que más bien parece un país de los que Estados Unidos toma como enemigos de la “libertad”. De nueva cuenta el director dando palos de ciego. el actor Forest Whitaker Se nota incomodo en su papel del extremista Saw Gerrera, convirtiéndolo por momentos en una caricatura; un arquetipo, un cliché.
Así que si el espectador sobrevive la primera parte, hasta el momento en que los planos son robados de la base imperial en el planeta Scarif, su valentía y aplomo cinéfilo se verá plenamente recompensada.
Rogue One: Parte Dos
A partir de la segunda partida de Yavin 4 es que la película se convierte en lo que pagamos por ver: Una historia de Star Wars.
El ritmo se compone, las escenas de batalla son dinámicas, los diálogos están repletos de frases grandilocuentes y heroicas en los personajes que están involucrados en plena acción. La trama toma los elementos de batalla y de calma a los que estamos acostumbrados y que nos emocionan, es decir, que nos remiten al Universo de George Lucas como debe ser. Incluso aparecen de forma más intensa el muy familiar leit motiv de John Williams en la banda sonora creada por Michael Giacchino acompañando las peleas en tierra y en el espacio. Por cierto, la secuencia de la batalla espacial (que tiene mucho de Return of the Jedi) es una de las mejores realizadas luego de lo visto en el Episodio III sobre Coruscant.
Los recursos digitales de dinamismo en las naves así como los impresionantes manejos de cámara en paneos, vista en primera persona y travelings son sencillamente perfectos.
La secuencia de pelea en tierra nos recuerda al ritmo que se utiliza en el videojuego Battlefront donde la cámara es un soldado más. Lo mismo sucede con las naves y vehículos que aparecen en tierra. De nueva cuenta la narrativa de que todo se detiene para ver los momentos heroicos de los personajes hace presencia como en las otras 7 películas dela saga siendo imposible no recordar muertes pasadas en esta.
Poco a poco, la trama nos va llevando de la mano hacia lo que sabemos es el final y el resultado que se dio en Una Nueva Esperanza. Lo que resulta más complicado pero que se resolvió de una forma adecuada como lo vimos en el final del Episodio III solo que aquí se dio un paso más adelante; lo que es de agradecer porque Rogue One queda bien encajada en medio del Episodio III y el Episodio IV.
De agradecer el que no haya quedado el más mínimo asomo de hacer una segunda parte. Todo se resuelve como debe ser y que no se pensaba podría resultar así de intenso debido a todo lo que resulto de plano el primer acto.
Rogue One: Parte III y Final
Algo impresionante es la forma en la que se le saca provecho al IMAX 3D. Las secuencias del espacio y donde hay una inconsciente comparación de tamaños en tierra son espectaculares. Una película que debe verse por primera vez en este formato porque así fue concebida y es parte de la forma en la que se cuenta la historia.
Las apariciones de los nexos con Una Nueva Esperanza son bien recibidas y bien trabajadas, especialmente en el segundo acto. Gracias al trabajo de actuación digital vemos personajes que nos ubican nuevamente en la emoción que vivimos en 1977. Eso es de los pocos grandes logros del director hacia el final de la película: respetar el pasado de forma digna y dejar de utilizarlo como prostituta para recuperar nuestra nula atención en la primera parte. El salto de avance tecnológico y diseño de naves es respetado y no se nota como en el Episodio I donde las naves se ven más modernas que en el Episodio IV.
Punto aparte es la presencia de Darth Vader; lo vemos en pleno uso de su poder en el lado obscuro convirtiéndolo en un ser sanguinario, imparable y el más poderoso de los Sith. Un Vader que ansiábamos ver en el cine.
Y el final es el gran eslabón para lograr esa continuidad y desde luego, la parte donde explota el fan de la saga.
EN RESUMEN
Una película que debió marcar una separación con el resto de la saga original y que falló en el intento debido a la selección de director. El argumento es impecable, la narrativa del primer acto es lenta y aburrida; por fortuna hubo oportunidad y ganas de reconocer que se trata del universo de Star Wars para regresarnos a esa vieja y entrañable emoción de batallas, héroes y villanos. Por eso agradecemos el segundo acto y final para recuperar la esencia, recuperar la nostalgia, recuperar la infancia y la emoción de cuando vimos por primera vez Star Wars en el año que nos tocó ser niños dentro de la sala de cine.
Ojalá que las siguientes películas de la fase “Star Wars Antología” tomen lo bueno de esta y eliminen las muchas fallas que tiene Rogue One y que debido a ello no se le puede llamar una película perfecta para los estándares fílmicos de la saga en su conjunto.
Para ser la primera no estuvo mal... Pero pudo estar mucho mejor.
Desde el primer momento en que la legendaria Lucasfilm entró al portafolio de productos altamente redituables de Disney, se dispararon una serie de proyectos que pretenden llevar a la franquicia más allá de una galaxia muy, muy lejana. El primer paso fue la polémica The Force Awakens en 2015; el siguiente es la primera película que se desprende de la historia original: Rogue One: A Star Wars Story.
Esto implica mucha capacidad de creación debido a que, si bien es cierto que hay miles de historias alrededor de la saga original en otras ventanas de atención, lo que se realice formará parte del Universo Cinematográfico de Star Wars... Un gran compromiso.
Compromiso del que no salió tan bien parado el director Gareth Edwards (Godzilla 2014) que tuvo la inmensa fortuna de poder crear una gran historia con juguetes nuevos y la desperdició al presentar un producto con altibajos, inconsistente y que se notaba perdido en muchas secuencias que sacaron sus actores por profesionalismo y no por dirección.
Rogue One: Parte Uno
En un esfuerzo por “querer ser y no ser parte del UCSW”, la película empieza tan ambigua como le es posible. Elimina la explicación ascendente en letra amarilla que se pierde en el horizonte, no hay fanfarria de John Williams y los lugares que vamos conociendo son presentados con un letrero. Por supuesto que esto causa sorpresa pero de alguna forma nos prepara para lo que veremos en la primera parte.
El ritmo es lento, los momentos de drama son copia al carbón de otras vistas y comprobadas en la saga original, hay secuencias en que los diálogos dichos por los actores (ninguno se salva) suenan acartonados y planos, la cámara se nota ajena y las escenas de acción distan mucho de ser emocionantes por el hecho de que la edición le quita el ritmo a la secuencia. Los personajes se van presentando de manera forzada, no es fluido ni orgánico, los motivos que los mueven no son claros (otra vez, ambiguo) salvo el de Felicity Jones que desde el principio es presentado. Diego Luna hace una buena interpretación de su personaje aun cuando no tiene grandes diálogos y se le ve perdido en un par de secuencias debido a la nula capacidad del director Gareth, así que saca el trabajo por actuación propia.
Las “referencias” o “guiños” no son sino un desesperado recurso de Gareth Edwards para “querer ser” una película de Star Wars y que la gente no la confunda con algún episodio de cualquier serie de ciencia ficción de Netflix, HBO o cualquier otra cadena de televisión. Todo lo que aparece de la saga original de Star Wars en esta primera parte de Rogue One no es sino un forzado intento de recordarnos que el boleto que pagamos fue para ver una película de Star Wars y no de Stargate, Galactica, Firefly o Babylon 5... No digamos Star Trek.
No hay Jedis pero si hay creyentes en “la fuerza” que la usan (otra vez, no hay coherencia) cada vez que pueden, la palabra “esperanza” se nos impone a diestra y siniestra de forma innecesaria, la búsqueda de un giro político-social falla de forma evidente al desarrollarse en una locación que más bien parece un país de los que Estados Unidos toma como enemigos de la “libertad”. De nueva cuenta el director dando palos de ciego. el actor Forest Whitaker Se nota incomodo en su papel del extremista Saw Gerrera, convirtiéndolo por momentos en una caricatura; un arquetipo, un cliché.
Así que si el espectador sobrevive la primera parte, hasta el momento en que los planos son robados de la base imperial en el planeta Scarif, su valentía y aplomo cinéfilo se verá plenamente recompensada.
Rogue One: Parte Dos
A partir de la segunda partida de Yavin 4 es que la película se convierte en lo que pagamos por ver: Una historia de Star Wars.
El ritmo se compone, las escenas de batalla son dinámicas, los diálogos están repletos de frases grandilocuentes y heroicas en los personajes que están involucrados en plena acción. La trama toma los elementos de batalla y de calma a los que estamos acostumbrados y que nos emocionan, es decir, que nos remiten al Universo de George Lucas como debe ser. Incluso aparecen de forma más intensa el muy familiar leit motiv de John Williams en la banda sonora creada por Michael Giacchino acompañando las peleas en tierra y en el espacio. Por cierto, la secuencia de la batalla espacial (que tiene mucho de Return of the Jedi) es una de las mejores realizadas luego de lo visto en el Episodio III sobre Coruscant.
Los recursos digitales de dinamismo en las naves así como los impresionantes manejos de cámara en paneos, vista en primera persona y travelings son sencillamente perfectos.
La secuencia de pelea en tierra nos recuerda al ritmo que se utiliza en el videojuego Battlefront donde la cámara es un soldado más. Lo mismo sucede con las naves y vehículos que aparecen en tierra. De nueva cuenta la narrativa de que todo se detiene para ver los momentos heroicos de los personajes hace presencia como en las otras 7 películas dela saga siendo imposible no recordar muertes pasadas en esta.
Poco a poco, la trama nos va llevando de la mano hacia lo que sabemos es el final y el resultado que se dio en Una Nueva Esperanza. Lo que resulta más complicado pero que se resolvió de una forma adecuada como lo vimos en el final del Episodio III solo que aquí se dio un paso más adelante; lo que es de agradecer porque Rogue One queda bien encajada en medio del Episodio III y el Episodio IV.
De agradecer el que no haya quedado el más mínimo asomo de hacer una segunda parte. Todo se resuelve como debe ser y que no se pensaba podría resultar así de intenso debido a todo lo que resulto de plano el primer acto.
Rogue One: Parte III y Final
Algo impresionante es la forma en la que se le saca provecho al IMAX 3D. Las secuencias del espacio y donde hay una inconsciente comparación de tamaños en tierra son espectaculares. Una película que debe verse por primera vez en este formato porque así fue concebida y es parte de la forma en la que se cuenta la historia.
Las apariciones de los nexos con Una Nueva Esperanza son bien recibidas y bien trabajadas, especialmente en el segundo acto. Gracias al trabajo de actuación digital vemos personajes que nos ubican nuevamente en la emoción que vivimos en 1977. Eso es de los pocos grandes logros del director hacia el final de la película: respetar el pasado de forma digna y dejar de utilizarlo como prostituta para recuperar nuestra nula atención en la primera parte. El salto de avance tecnológico y diseño de naves es respetado y no se nota como en el Episodio I donde las naves se ven más modernas que en el Episodio IV.
Punto aparte es la presencia de Darth Vader; lo vemos en pleno uso de su poder en el lado obscuro convirtiéndolo en un ser sanguinario, imparable y el más poderoso de los Sith. Un Vader que ansiábamos ver en el cine.
Y el final es el gran eslabón para lograr esa continuidad y desde luego, la parte donde explota el fan de la saga.
EN RESUMEN
Una película que debió marcar una separación con el resto de la saga original y que falló en el intento debido a la selección de director. El argumento es impecable, la narrativa del primer acto es lenta y aburrida; por fortuna hubo oportunidad y ganas de reconocer que se trata del universo de Star Wars para regresarnos a esa vieja y entrañable emoción de batallas, héroes y villanos. Por eso agradecemos el segundo acto y final para recuperar la esencia, recuperar la nostalgia, recuperar la infancia y la emoción de cuando vimos por primera vez Star Wars en el año que nos tocó ser niños dentro de la sala de cine.
Ojalá que las siguientes películas de la fase “Star Wars Antología” tomen lo bueno de esta y eliminen las muchas fallas que tiene Rogue One y que debido a ello no se le puede llamar una película perfecta para los estándares fílmicos de la saga en su conjunto.
Para ser la primera no estuvo mal... Pero pudo estar mucho mejor.