Spider-Man. Un nuevo universo: la imaginativa semblanza
POR: MAURICIO HERNÁNDEZ
12-01-2019 12:34:11
A pesar de no ser el superhéroe que tiene más apariciones en la gran pantalla, el Spider-Man es, estadísticamente, el más querido por el público; igualmente, uno que ha tenido que pasar un camino empedrado en sus adaptaciones cinematográficas.
Desde sus aceptables inicios con Sam Raimi -exceptuando esa tercera entrega de la que no se habla-, pasando por el reboot con Andrew Garfield que no debe ser recordado por nadie -fue terrible- y ahora esta nueva etapa compartida entre Sony/Marvel Studios.
Sony Pictures debe utilizar al personaje para no perder los derechos, es decir, hacer una película o involucrarlo de alguna forma en el cine. Digo, a pesar de que éste sea el motivo principal de Spider-Man: Un nuevo universo, esto no quiere decir que sea una producción totalmente por encargo en la que no hubiera alguna intención de éxito, pues Marvel ya se frota las manos para recuperar totalmente al favorito del fallecido visionario, Stan Lee. Sólo hace falta una catástrofe más.
Encargada a su departamento de animación que ha gozado de cierta notoriedad (la suficiente para no ser inestable), Spider-Verse -así referido coloquialmente en inglés- mezcla las historias de múltiples variaciones del superhéroe en distintos universos: Miles Morales, un joven adolescente afrolatino con grandes capacidades intelectuales y que se ha visto forzado a ponerse el traje por un suceso que involucra al original Hombre Araña, el cual no adelantaré; Peter B. Parker, una versión decadente del Hombre Araña/Peter Parker que ha sufrido constantes reveses en su vida; Spider-Woman, una joven baterista punk, brillante científica y heroína que es encarnada por Gwen Stacy, el interés amoroso de Peter; Spider-Man Noir, una variante oscura -literalmente- del héroe, pues está inserta en la estética del cine/novela negro; Spider-Ham o Peter Porker, un cerdo antropomórfico vestido como el superhéroe y regido por el universo de las caricaturas de los años 50, estilo Looney Tunes; y Sp//dr o Peni Parker, una niña que tiene una conexión mental con su araña mascota y pilotea un robot gigante para hacer su labor de heroína, universo conducido por los preceptos y la apariencia del anime japonés.
Todas estas versiones se juntan después de que el villano Kingpin activa un acelerador de partículas para traer a las versiones alternas de su esposa e hijo, quienes murieron en un accidente automovilístico provocado, de cierta forma, por él. Y, por supuesto, los hombres, mujeres y cerdo arañas lo deben detener; sin embargo, el claro protagonista es Miles, el arácnido del universo “central”, quien debe conocer sus poderes y la responsabilidad que traen los mallones decorados.
Aunque pueda parecer un revoltijo de figuras, el argumento maniobra con su creatividad al juntar a las múltiples arañas y todavía desarrollar la cinta alrededor del joven Morales. Dentro de su espectro psicológico está el temor de no saber qué sucede con sus poderes, los problemas adolescentes y el afán de sobresalir para proteger a sus seres queridos y a la ciudad, o sea, las características del Spider-Man “regular”. Pero, en realidad, se expone una gran comprensión de la idiosincrasia del héroe en todas las facetas presentadas, guiándose principalmente por la culpa del fallecimiento de una persona cercana a ellos (el Tío Ben es el más conocido de todos), así como el impetuoso deseo de protección, el uso de sus habilidades, la protección de su identidad secreta y la abrumadora carga emocional de saberse un protector del indefenso. El proyecto que lucía más complicado resultó ser el que mejor maneja al personaje… Bendita ironía.
Ahora, fuera de las generalidades del superhéroe, cada una de las versiones muestra sus particularidades, tanto físicas como diegéticas, con enorme virtud. Spider-Man Noir oscurece la pantalla en sus intervenciones y sus diálogos contienen una ingeniosa poética derrotista, tal como ocurre en su estética de origen; Spider-Woman llena de colores brillantes la pantalla con melodías punk de fondo y su discurso incluye ciertas líneas en favor de las heroínas como las idóneas para defender a la sociedad; Peni Parker se manifiesta con un estilo de animación que, por su origen, rompe con el estilo 2D estadounidense, creando cuadros llamativos al combinar ambas corrientes.
Todos son Arañas y tienen bases, pero es la armonía de los aspectos singulares lo que crea un excelente mosaico caracterológico.
El filme también presenta un grandioso equilibrio en términos de realización, pues luce una gran conjunción entre el lenguaje cinematográfico y el código de los cómics al acoplar elementos de ambos en favor de una idea narrativa. Por ejemplo: vemos un cuadro con el pensamiento del personaje -como sucede en la historieta- y lo escuchamos con voz en off. Además, la adjetivación gráfica denota una fabulosa imaginación fílmica en la construcción de sus secuencias.
Spider-Man: Un nuevo universo es simplemente la mejor película que se le ha hecho al superhéroe. Una excelente conjunción de diferentes lenguajes y variantes que demuestra que sólo se necesita algo de inventiva para hacer una refrescante semblanza a una figura ya muy conocida, pero con muchas posibilidades a explotar.
A pesar de no ser el superhéroe que tiene más apariciones en la gran pantalla, el Spider-Man es, estadísticamente, el más querido por el público; igualmente, uno que ha tenido que pasar un camino empedrado en sus adaptaciones cinematográficas.
Desde sus aceptables inicios con Sam Raimi -exceptuando esa tercera entrega de la que no se habla-, pasando por el reboot con Andrew Garfield que no debe ser recordado por nadie -fue terrible- y ahora esta nueva etapa compartida entre Sony/Marvel Studios.
Sony Pictures debe utilizar al personaje para no perder los derechos, es decir, hacer una película o involucrarlo de alguna forma en el cine. Digo, a pesar de que éste sea el motivo principal de Spider-Man: Un nuevo universo, esto no quiere decir que sea una producción totalmente por encargo en la que no hubiera alguna intención de éxito, pues Marvel ya se frota las manos para recuperar totalmente al favorito del fallecido visionario, Stan Lee. Sólo hace falta una catástrofe más.
Encargada a su departamento de animación que ha gozado de cierta notoriedad (la suficiente para no ser inestable), Spider-Verse -así referido coloquialmente en inglés- mezcla las historias de múltiples variaciones del superhéroe en distintos universos: Miles Morales, un joven adolescente afrolatino con grandes capacidades intelectuales y que se ha visto forzado a ponerse el traje por un suceso que involucra al original Hombre Araña, el cual no adelantaré; Peter B. Parker, una versión decadente del Hombre Araña/Peter Parker que ha sufrido constantes reveses en su vida; Spider-Woman, una joven baterista punk, brillante científica y heroína que es encarnada por Gwen Stacy, el interés amoroso de Peter; Spider-Man Noir, una variante oscura -literalmente- del héroe, pues está inserta en la estética del cine/novela negro; Spider-Ham o Peter Porker, un cerdo antropomórfico vestido como el superhéroe y regido por el universo de las caricaturas de los años 50, estilo Looney Tunes; y Sp//dr o Peni Parker, una niña que tiene una conexión mental con su araña mascota y pilotea un robot gigante para hacer su labor de heroína, universo conducido por los preceptos y la apariencia del anime japonés.
Todas estas versiones se juntan después de que el villano Kingpin activa un acelerador de partículas para traer a las versiones alternas de su esposa e hijo, quienes murieron en un accidente automovilístico provocado, de cierta forma, por él. Y, por supuesto, los hombres, mujeres y cerdo arañas lo deben detener; sin embargo, el claro protagonista es Miles, el arácnido del universo “central”, quien debe conocer sus poderes y la responsabilidad que traen los mallones decorados.
Aunque pueda parecer un revoltijo de figuras, el argumento maniobra con su creatividad al juntar a las múltiples arañas y todavía desarrollar la cinta alrededor del joven Morales. Dentro de su espectro psicológico está el temor de no saber qué sucede con sus poderes, los problemas adolescentes y el afán de sobresalir para proteger a sus seres queridos y a la ciudad, o sea, las características del Spider-Man “regular”. Pero, en realidad, se expone una gran comprensión de la idiosincrasia del héroe en todas las facetas presentadas, guiándose principalmente por la culpa del fallecimiento de una persona cercana a ellos (el Tío Ben es el más conocido de todos), así como el impetuoso deseo de protección, el uso de sus habilidades, la protección de su identidad secreta y la abrumadora carga emocional de saberse un protector del indefenso. El proyecto que lucía más complicado resultó ser el que mejor maneja al personaje… Bendita ironía.
Ahora, fuera de las generalidades del superhéroe, cada una de las versiones muestra sus particularidades, tanto físicas como diegéticas, con enorme virtud. Spider-Man Noir oscurece la pantalla en sus intervenciones y sus diálogos contienen una ingeniosa poética derrotista, tal como ocurre en su estética de origen; Spider-Woman llena de colores brillantes la pantalla con melodías punk de fondo y su discurso incluye ciertas líneas en favor de las heroínas como las idóneas para defender a la sociedad; Peni Parker se manifiesta con un estilo de animación que, por su origen, rompe con el estilo 2D estadounidense, creando cuadros llamativos al combinar ambas corrientes.
Todos son Arañas y tienen bases, pero es la armonía de los aspectos singulares lo que crea un excelente mosaico caracterológico.
El filme también presenta un grandioso equilibrio en términos de realización, pues luce una gran conjunción entre el lenguaje cinematográfico y el código de los cómics al acoplar elementos de ambos en favor de una idea narrativa. Por ejemplo: vemos un cuadro con el pensamiento del personaje -como sucede en la historieta- y lo escuchamos con voz en off. Además, la adjetivación gráfica denota una fabulosa imaginación fílmica en la construcción de sus secuencias.
Spider-Man: Un nuevo universo es simplemente la mejor película que se le ha hecho al superhéroe. Una excelente conjunción de diferentes lenguajes y variantes que demuestra que sólo se necesita algo de inventiva para hacer una refrescante semblanza a una figura ya muy conocida, pero con muchas posibilidades a explotar.