Vox Lux: Arrastrándose en el tiempo
POR: SAÚL ARELLANO MONTORO
09-01-2019 13:00:16
Una vez más, el cine da un certero golpe a la industria de la música y como el proceso de descomposición es siempre el mismo sin importar las bases ideológicas que impulsan el inicio de una carrera. La tradicional historia vista en muchas películas alrededor del mundo del ascenso a la fama de la estrella – recientemente visto en la nueva versión de NACE UNA ESTRELLA (2018), de Bradley Cooper – para luego navegar en la decadencia y redimirse hacia el final del filme. Estructura de fórmula comprobada exitosa generalmente.
De hecho, es una película dura que desde el principio establece la psique de la protagonista y como se va adaptando a los tiempos y situaciones (internas y externas) que la hacen convertirse en la estrella que termina siendo para vivir atrapada en su personaje forjado en la tragedia y explotado en el oropel de la música de estribillo repetitivo. Una denuncia intensa e inteligente que por desgracia se le va de las manos al director que nunca termina de cuajar ninguna de las historias que presenta en un ánimo más de confrontación que de resolución al espectador.
Y el problema que tiene la película del actor/escritor y director Brady Corbet es que pierde la sincopa transformando la película en una serie de secuencias inconexas cuyo único “pegamento” es tratar de entender hacia dónde va la trama y que al final resulta que nunca se llegó a nada.
“SI TAN SOLO PUDIERAS EXPRESAR EN PALABRAS LO QUE SIENTES”
La película está dividida en tres partes y no porque cada acto sea presentado gracias a la estructura del guion sino porque el director decide simplificar la vida del espectador estableciendo desde el principio lo evidente. La primera parte es la base de toda la trama y la historia detrás del personaje interpretado primeramente por Raffey Cassidy y luego por Natalie Portman; la segunda parte es justamente la vida luego de sobrevivir a los excesos donde La Portman es el eje donde gira la trama y el final es un innecesario “concierto” que no aporta nada más allá del ego de la Portman y la música de la cantante y productora de la película Sia.
Es entonces que tenemos escenas donde el director no supo donde terminarlas dejando minutos muertos e inconsistentes que pretenden dar “profundidad” a la historia con una cámara en plano secuencia que no lleva a ningún lado o bien, se pierde en lo contemplativo rompiendo el ritmo debido a que brinca constantemente desequilibrando la toma y por ende, el trabajo de los actores.
Trabajo donde, por cierto, Natalie Portan se da el lujo de sobre actuar en lugar de mostrar intensidad para caricaturizar la figura de una madre estrella que quiere tener el control de todo lo que ocurre a su alrededor con las consabidas rupturas emocionales de llanto y exageración. Por desgracia para el espectador, la presencia de Jude Law no garantiza la película al sentirse un personaje forzado e incapaz de hacernos ver al eterno manager/confidente/amante de la estrella como roca sólida para presentarnos también a una caricatura repleta de lugares comunes sin un ápice de credibilidad.
EN RESUMEN
VOX LUX pudo ser una gran película de denuncia y cuestionamiento al ambiente de la música pop de todos los tiempos, pero que se perdió en la pretensión de un director que arrastró las tomas sin la menor idea de lo que es la edición que da ritmo a un filme para convertirla en una película de “aguante” donde no te sales de la sala por temor a que la gente piense que no sabes de cine.
Cuando la verdad es que es un abominable ladrillo de 25 inútiles minutos de sobra que la convierten en un intento fallido de película con sentido. Lástima porque tenía todo para impactar y lo único que logro fue convertirse es una bienintencionada historia víctima del ego de su director.
Una vez más, el cine da un certero golpe a la industria de la música y como el proceso de descomposición es siempre el mismo sin importar las bases ideológicas que impulsan el inicio de una carrera. La tradicional historia vista en muchas películas alrededor del mundo del ascenso a la fama de la estrella – recientemente visto en la nueva versión de NACE UNA ESTRELLA (2018), de Bradley Cooper – para luego navegar en la decadencia y redimirse hacia el final del filme. Estructura de fórmula comprobada exitosa generalmente.
De hecho, es una película dura que desde el principio establece la psique de la protagonista y como se va adaptando a los tiempos y situaciones (internas y externas) que la hacen convertirse en la estrella que termina siendo para vivir atrapada en su personaje forjado en la tragedia y explotado en el oropel de la música de estribillo repetitivo. Una denuncia intensa e inteligente que por desgracia se le va de las manos al director que nunca termina de cuajar ninguna de las historias que presenta en un ánimo más de confrontación que de resolución al espectador.
Y el problema que tiene la película del actor/escritor y director Brady Corbet es que pierde la sincopa transformando la película en una serie de secuencias inconexas cuyo único “pegamento” es tratar de entender hacia dónde va la trama y que al final resulta que nunca se llegó a nada.
“SI TAN SOLO PUDIERAS EXPRESAR EN PALABRAS LO QUE SIENTES”
La película está dividida en tres partes y no porque cada acto sea presentado gracias a la estructura del guion sino porque el director decide simplificar la vida del espectador estableciendo desde el principio lo evidente. La primera parte es la base de toda la trama y la historia detrás del personaje interpretado primeramente por Raffey Cassidy y luego por Natalie Portman; la segunda parte es justamente la vida luego de sobrevivir a los excesos donde La Portman es el eje donde gira la trama y el final es un innecesario “concierto” que no aporta nada más allá del ego de la Portman y la música de la cantante y productora de la película Sia.
Es entonces que tenemos escenas donde el director no supo donde terminarlas dejando minutos muertos e inconsistentes que pretenden dar “profundidad” a la historia con una cámara en plano secuencia que no lleva a ningún lado o bien, se pierde en lo contemplativo rompiendo el ritmo debido a que brinca constantemente desequilibrando la toma y por ende, el trabajo de los actores.
Trabajo donde, por cierto, Natalie Portan se da el lujo de sobre actuar en lugar de mostrar intensidad para caricaturizar la figura de una madre estrella que quiere tener el control de todo lo que ocurre a su alrededor con las consabidas rupturas emocionales de llanto y exageración. Por desgracia para el espectador, la presencia de Jude Law no garantiza la película al sentirse un personaje forzado e incapaz de hacernos ver al eterno manager/confidente/amante de la estrella como roca sólida para presentarnos también a una caricatura repleta de lugares comunes sin un ápice de credibilidad.
EN RESUMEN
VOX LUX pudo ser una gran película de denuncia y cuestionamiento al ambiente de la música pop de todos los tiempos, pero que se perdió en la pretensión de un director que arrastró las tomas sin la menor idea de lo que es la edición que da ritmo a un filme para convertirla en una película de “aguante” donde no te sales de la sala por temor a que la gente piense que no sabes de cine.
Cuando la verdad es que es un abominable ladrillo de 25 inútiles minutos de sobra que la convierten en un intento fallido de película con sentido. Lástima porque tenía todo para impactar y lo único que logro fue convertirse es una bienintencionada historia víctima del ego de su director.