Noche de juegos. Una comedia para el mero esparcimiento
POR: JAVIER QUINTANAR POLANCO
10-04-2018 00:45:53
Annie y Max se conocen mientras compiten en una noche de juegos organizada por un bar. La atracción entre ellos es evidente (y acentuada por su desbordada afición a actividades de esparcimiento en sus diversas modalidades, la cual bordea en la ludopatía), por lo que el apasionado romance y posterior boda se dan casi de inmediato.
Tiempo después, ya como pareja casada, se disponen a celebrar una noche de juegos en su casa con algunos amigos, y a ella arriba Brooks, el exitoso hermano de Max que aparece medio ebrio y haciendo ostentación de su prosperidad económica, lo que incomoda a los anfitriones y más aún, cuando se pasa la noche humillando a Max tanto en los juegos, como al recordarle públicamente incómodos momentos de su infancia.
Al término de la velada, Brooks invita a su hermano, su esposa y al resto de sus invitados a participar en otra noche de juegos, la cual tendrá lugar en su casa la próxima semana y promete que será algo muy diferente, de otro nivel. Ellos aceptan, y Max y Annie ven esto como una oportunidad de derrotar de una vez por todas al engreído hermano del primero y así bajarle los humos. Ninguno (ni el anfitrión) imagina que lo que iba a ser una entretenida velada, se transformará en una jornada peligrosa en la que se suscitan secuestros, persecuciones, balaceras, robos… y la desenfrenada búsqueda de un huevo Fabergé.
El dúo conformado por el actor John Francis Daley y el productor y escritor Jonathan Goldstein, quienes en 2015 debutasen juntos como directores en la secuela/remake de la exitosa saga de películas conocidas con el título de Vacaciones; elaboran aquí una comedia negra un tanto inusual parodiando la premisa de El Juego (Fincher, 1997), en donde un grupo de disparatados personajes se involucran en una situación en principio asumida como una farsa montada por uno de ellos, pero que se torna real, se sale de control y les conduce a través de una riesgosa odisea de una noche a través de la ciudad, involucrándolos con un puñado de torpes matones; un inquietante oficial de policía y su simpático perrito; un millonario organizador de peleas clandestinas a lo Fight Club (Fincher, 1999); un siniestro hampón deseoso de recuperar el huevo de marras a toda costa; y hasta con un Doppelgänger de Denzel Washington.
Ni Daley ni Goldstein ni su guionista Mark Perez se rompen demasiado la cabeza y desarrollan en base a esta anécdota, un guión (y por consecuencia un filme) sencillo y directo, el cual sin embargo no está desprovisto de ciertos baches tales como un ritmo disparejo -sobre todo en su arranque-, personajes, premisas, diálogos y comportamientos un tanto absurdos y situaciones inverosímiles (algunas dignas de algún sketch de Chespirito) insertadas aquí y allá en pos de hacer avanzar y alargar la trama.
Las carencias argumentales que Noche de juegos posee, intentan ser subsanadas a través de una edición frenética; una vistosa estilización en sus encuadres y movimientos de cámara (incluyendo un inesperado y bien ejecutado plano secuencia para captar la pugna por el codiciado huevo al interior de una lujosa mansión); una hiperquinética banda sonora a cargo de Cliff Martinez (compositor de cabecera de Nicolas Winding Refn) y echando mano de algunas referencias cinematográficas. Pero sobre todo, se sostiene gracias a su balanceada combinación entre acción, suspenso y comedia. Y en éste último rubro se apoya en un humor ingenioso y adulto (no vulgar) esgrimido a la perfección por la pareja protagónica la cual consigue sacar avante buena parte de la película.
En un balance final, el filme termina funcionando simplemente como una extensión cinematográfica de un juego de mesa con sus dinámicas y principios. Y como todo juego, es útil para pasar un rato agradable, divertirse, reírse en compañía de otros, y después de concluido… a otra cosa.
Annie y Max se conocen mientras compiten en una noche de juegos organizada por un bar. La atracción entre ellos es evidente (y acentuada por su desbordada afición a actividades de esparcimiento en sus diversas modalidades, la cual bordea en la ludopatía), por lo que el apasionado romance y posterior boda se dan casi de inmediato.
Tiempo después, ya como pareja casada, se disponen a celebrar una noche de juegos en su casa con algunos amigos, y a ella arriba Brooks, el exitoso hermano de Max que aparece medio ebrio y haciendo ostentación de su prosperidad económica, lo que incomoda a los anfitriones y más aún, cuando se pasa la noche humillando a Max tanto en los juegos, como al recordarle públicamente incómodos momentos de su infancia.
Al término de la velada, Brooks invita a su hermano, su esposa y al resto de sus invitados a participar en otra noche de juegos, la cual tendrá lugar en su casa la próxima semana y promete que será algo muy diferente, de otro nivel. Ellos aceptan, y Max y Annie ven esto como una oportunidad de derrotar de una vez por todas al engreído hermano del primero y así bajarle los humos. Ninguno (ni el anfitrión) imagina que lo que iba a ser una entretenida velada, se transformará en una jornada peligrosa en la que se suscitan secuestros, persecuciones, balaceras, robos… y la desenfrenada búsqueda de un huevo Fabergé.
El dúo conformado por el actor John Francis Daley y el productor y escritor Jonathan Goldstein, quienes en 2015 debutasen juntos como directores en la secuela/remake de la exitosa saga de películas conocidas con el título de Vacaciones; elaboran aquí una comedia negra un tanto inusual parodiando la premisa de El Juego (Fincher, 1997), en donde un grupo de disparatados personajes se involucran en una situación en principio asumida como una farsa montada por uno de ellos, pero que se torna real, se sale de control y les conduce a través de una riesgosa odisea de una noche a través de la ciudad, involucrándolos con un puñado de torpes matones; un inquietante oficial de policía y su simpático perrito; un millonario organizador de peleas clandestinas a lo Fight Club (Fincher, 1999); un siniestro hampón deseoso de recuperar el huevo de marras a toda costa; y hasta con un Doppelgänger de Denzel Washington.
Ni Daley ni Goldstein ni su guionista Mark Perez se rompen demasiado la cabeza y desarrollan en base a esta anécdota, un guión (y por consecuencia un filme) sencillo y directo, el cual sin embargo no está desprovisto de ciertos baches tales como un ritmo disparejo -sobre todo en su arranque-, personajes, premisas, diálogos y comportamientos un tanto absurdos y situaciones inverosímiles (algunas dignas de algún sketch de Chespirito) insertadas aquí y allá en pos de hacer avanzar y alargar la trama.
Las carencias argumentales que Noche de juegos posee, intentan ser subsanadas a través de una edición frenética; una vistosa estilización en sus encuadres y movimientos de cámara (incluyendo un inesperado y bien ejecutado plano secuencia para captar la pugna por el codiciado huevo al interior de una lujosa mansión); una hiperquinética banda sonora a cargo de Cliff Martinez (compositor de cabecera de Nicolas Winding Refn) y echando mano de algunas referencias cinematográficas. Pero sobre todo, se sostiene gracias a su balanceada combinación entre acción, suspenso y comedia. Y en éste último rubro se apoya en un humor ingenioso y adulto (no vulgar) esgrimido a la perfección por la pareja protagónica la cual consigue sacar avante buena parte de la película.
En un balance final, el filme termina funcionando simplemente como una extensión cinematográfica de un juego de mesa con sus dinámicas y principios. Y como todo juego, es útil para pasar un rato agradable, divertirse, reírse en compañía de otros, y después de concluido… a otra cosa.