Aún estoy aquí: Resiliencia forzada
POR: FER LOZADA
08-02-2025 16:57:04

Las películas basadas en hechos reales suelen ser más duras y difíciles pues tenemos que confrontar el hecho de que a veces la misma ficción se queda corta frente a la realidad y en el mal sentido. Aún estoy aquí (Ainda estou aquí) está basada en las memorias homónimas de Marcelo Rubens Paiva, uno de los hijos de Eunice Paiva, la protagonista de esta historia que nos narra y demuestra que ella y su historia son la encarnación de la resiliencia aunque haya sido forzada.
Durante los años setenta Brasil atravesaba una dictadura militar que dejó como resultado miles de opositores desaparecidos, se cometieron infinidad de abusos y el país se vio azotado por el miedo de una realidad violenta e impredecible. La familia del ex político Rubens Paiva fue uno de los casos más mediáticos de la época pues la denuncia de su desaparición consiguió difusión gracias a su mujer aguerrida que decidió estudiar derecho y luchar incansablemente por encontrar a su marido mientras se convertía a la par en la matriarca de una casa con cinco pequeños.
La presentación de esta historia es una adaptación de años de sucesos reales que se acomodan en dos horas y cuarto de película, una narración hiper cinematográfica que además de valerse de lo poderoso de los hechos aprovecha los recursos fílmicos para llegar a cualquier tipo de público (entendiendo límites y clasificación), la empatía se desarrolla sola, la presentación de la rutina y cotidianeidad de la familia y sus integrantes es muy linda, tiene sus momentos hasta cómicos propias de la convivencia y amor de los latinoamericanos unos con otros, poco a poco se introduce el tema del contexto en que viven y cómo se relaciona directamente con su parentela. Durante gran parte de Aún estoy aquí sentimos la angustia que embarga a la protagonista y la acompañamos en su frustración, miedo y tristeza conjunto nos demuestra que este personaje motivado por su maternidad y su misma dignidad no se deja caer, Eunice es una mujer (en la pantalla y en la vida real) que jamás cedió ante nada, ella es (de nuevo) la resiliencia encarnada, pese a haberlo perdido todo de un momento a otro se aferró a sus principios, creencias y obligaciones desde el amor.
Un personaje así es muy complicado de interpretar y Fernanda Torres demuestra en todo esplendor su rango actoral, su trabajo siendo Eunice es conmovedor, es verdadero, su trabajo de entendimiento es profundo y le da un realismo incomparable a la película, los demás actores están a la altura y nos envuelven en su propia perspectiva según su rol en la familia.

Esta es una de esas películas que efectivamente son necesarias, aborda un tema fortísimo y doloroso desde el respeto y demuestra que no es necesario añadir morbo a una problemática lamentablemente actual, habla desde lo universal pero conecta con lo personal y específico, demuestra cómo el movimiento feminista ya tenía sus dignas representantes desde hace muchos años y sobre todo nos da una lección importante: no debemos olvidar ni ignorar nuestro pasado o estaremos condenados a repetirlo, aquí hablamos implícitamente de la importancia y relevancia de contar estas historias y de criticar políticamente desde lo humano, desde una herida con la que desafortunadamente muchos podemos empatizar.
Los aspectos técnicos de Aún estoy aquí no pasan a segundo plano, no deben desestimarse porque están perfectamente detallados y cuidados pero la potencia de su narrativa distrae de la forma, la dirección es impecable y el talento de sus intérpretes actorales es digno de resaltarse, incluso la musicalización y soundtrack de la película es espectacular y en conjunto con su diseño de producción te transportan a la época retratada, además da una catedra lindísima sobre como apelar a la nostalgia en muchos aspectos y que funcione como debe.
Ojalá Aún estoy aquí siga siendo reconocida y galardonada en todos lados para que alcance la difusión que merece y demuestre que las narrativas latinoamericanas no están atadas a las miradas eurocentristas ni a estereotipos y valen totalmente la pena, tanto fílmica como históricamente.
Las películas basadas en hechos reales suelen ser más duras y difíciles pues tenemos que confrontar el hecho de que a veces la misma ficción se queda corta frente a la realidad y en el mal sentido. Aún estoy aquí (Ainda estou aquí) está basada en las memorias homónimas de Marcelo Rubens Paiva, uno de los hijos de Eunice Paiva, la protagonista de esta historia que nos narra y demuestra que ella y su historia son la encarnación de la resiliencia aunque haya sido forzada.
Durante los años setenta Brasil atravesaba una dictadura militar que dejó como resultado miles de opositores desaparecidos, se cometieron infinidad de abusos y el país se vio azotado por el miedo de una realidad violenta e impredecible. La familia del ex político Rubens Paiva fue uno de los casos más mediáticos de la época pues la denuncia de su desaparición consiguió difusión gracias a su mujer aguerrida que decidió estudiar derecho y luchar incansablemente por encontrar a su marido mientras se convertía a la par en la matriarca de una casa con cinco pequeños.
La presentación de esta historia es una adaptación de años de sucesos reales que se acomodan en dos horas y cuarto de película, una narración hiper cinematográfica que además de valerse de lo poderoso de los hechos aprovecha los recursos fílmicos para llegar a cualquier tipo de público (entendiendo límites y clasificación), la empatía se desarrolla sola, la presentación de la rutina y cotidianeidad de la familia y sus integrantes es muy linda, tiene sus momentos hasta cómicos propias de la convivencia y amor de los latinoamericanos unos con otros, poco a poco se introduce el tema del contexto en que viven y cómo se relaciona directamente con su parentela. Durante gran parte de Aún estoy aquí sentimos la angustia que embarga a la protagonista y la acompañamos en su frustración, miedo y tristeza conjunto nos demuestra que este personaje motivado por su maternidad y su misma dignidad no se deja caer, Eunice es una mujer (en la pantalla y en la vida real) que jamás cedió ante nada, ella es (de nuevo) la resiliencia encarnada, pese a haberlo perdido todo de un momento a otro se aferró a sus principios, creencias y obligaciones desde el amor.
Un personaje así es muy complicado de interpretar y Fernanda Torres demuestra en todo esplendor su rango actoral, su trabajo siendo Eunice es conmovedor, es verdadero, su trabajo de entendimiento es profundo y le da un realismo incomparable a la película, los demás actores están a la altura y nos envuelven en su propia perspectiva según su rol en la familia.
Esta es una de esas películas que efectivamente son necesarias, aborda un tema fortísimo y doloroso desde el respeto y demuestra que no es necesario añadir morbo a una problemática lamentablemente actual, habla desde lo universal pero conecta con lo personal y específico, demuestra cómo el movimiento feminista ya tenía sus dignas representantes desde hace muchos años y sobre todo nos da una lección importante: no debemos olvidar ni ignorar nuestro pasado o estaremos condenados a repetirlo, aquí hablamos implícitamente de la importancia y relevancia de contar estas historias y de criticar políticamente desde lo humano, desde una herida con la que desafortunadamente muchos podemos empatizar.
Los aspectos técnicos de Aún estoy aquí no pasan a segundo plano, no deben desestimarse porque están perfectamente detallados y cuidados pero la potencia de su narrativa distrae de la forma, la dirección es impecable y el talento de sus intérpretes actorales es digno de resaltarse, incluso la musicalización y soundtrack de la película es espectacular y en conjunto con su diseño de producción te transportan a la época retratada, además da una catedra lindísima sobre como apelar a la nostalgia en muchos aspectos y que funcione como debe.
Ojalá Aún estoy aquí siga siendo reconocida y galardonada en todos lados para que alcance la difusión que merece y demuestre que las narrativas latinoamericanas no están atadas a las miradas eurocentristas ni a estereotipos y valen totalmente la pena, tanto fílmica como históricamente.