Cónclave, un thriller religioso que muestra la fragilidad humana
POR: ALEX VANSS
12-01-2025 20:20:48
Decir que una película es un thriller religioso a priori podría resultar poco creíble, pero si revisamos la historia de la Iglesia Católica tal vez no hay mejor institución donde las intrigas, traiciones y mentiras sean el pan de cada día con tal de quedarse con el trono de San Pedro, algo que podemos ver en Cónclave, el más reciente filme de Edward Berger, una cinta que más allá de la carrera por el poder nos muestra la fragilidad humana.
Cónclave, magistralmente protagonizada por Ralph Fiennes, no pierde tiempo y desde un inicio nos avisa que la intriga será un condimento indispensable a lo largo de la trama y no es para menos, la muerte del Sumo Pontífice abre la carrera para ocupar el cargo de Papa, de jerarca de la iglesia, Jefe de Estado del Vaticano y guía espiritual de millones de seres humanos, es un poder que ni un presidente, monarca, primer ministro o político tiene, puede o aspira a tener.
Es por esta razón que el Cardenal Thomas, decano de la Iglesia Católica, toma un papel crucial, el hombre deberá cuidar de la elección papal, dirigir el Cónclave sin perder de vista que al final es un Cardenal y como todos tiene aspiraciones para ser Papa, incluso ya tiene un nombre con el que le gustaría ser elegido como el líder del mundo católico, es justo este deseo humano por el poder el que le da una dimensión totalmente diferente al filme.
Cónclave es ante todo una película humana, pues más allá de todo lo que simboliza y representa el proceso para elegir nuevo Papa, es una cinta donde los protagonistas muestran su cara más humana, donde la ambición y todas esas pulsiones los hermanan con cualquier ser humano común y corriente pero no solo muestra los oscuros de sus personajes, también da un atisbo de esperanza en medio de la penumbra.
De alguna forma Peter Straughan y el director Edward Berger logran crear personajes que bien pueden representar las formas de pensar que los humanos tienen, no importando en que parte del mundo vivan, están los conservadores, los progresistas, los misóginos, los abusadores, los mentirosos y los que quieren un mundo mejor para todos, aquellos que saben que la única forma de que el mundo sea más amable para todos es través del respeto, del amor, de la misericordia.
Pero todos estos tópicos que nos hacen reflexionar tras ver el filme no serían posibles sin el ensamble que Berger reúne y lidera, con un Ralph Fiennes que como el Cardenal Thomas logra mostrarnos a un hombre que duda, que teme hacer un mal trabajo ante una empresa tan grande; un Satnley Tucci que como el Cardenal Bellini nos muestra la popularidad, la confianza pero también el derrumbe y la aceptación de un hombre que sabe que debe hacerse a un lado para lograr los objetivos de su grupo; un John Lithgow que como el Cardenal Joshep nos muestra cómo un hombre puede torcer y traicionarse a sí mismo con tal de lograr un puesto; también como Sergio Castellitto que encarna al duro y conservador Cardenal Goffredo, revela a un hombre que cegado por su fanatismo olvida que la humanidad no es lo que él cree y considera correcto pues no posee la verdad, y qué decir de Lucian Msamati que interpreta al Cardenal Joshua, un hombre que a pesar de intentar redimirse su pasado lo alcanza y lo castiga. Y si todos estos grandes nombres no fueran suficientes, tenemos a una Isabella Rossellini como la Hermana Agnes, una mujer que encuentra su voz e inclina la balanza en un universo masculino donde las mujeres deben ser fantasmas al servicio de sus Excelencias.
Expuesto lo anterior, si tenemos claro que todos estos seres humanos son imperfectos y se dejan guiar por sus ambiciones, la esperanza se presenta ante la sorpresiva llegada del Cardenal Benitez, protagonizado por Carlos Diehz, un hombre que aceptando su condición humana y abrazando su apostolado como sacerdote decide ir al encuentro de los más débiles, de los desposeídos, de los parias, de los olvidados y que incluso aún habiendo sido testigo de los más aberrantes actos del hombre no pierde la fe en la humanidad, en la capacidad humana de ser buenos, de hacer las más grandes obras de amor.
Y es con esta esperanza en el lado bueno, el lado luminosos de la humanidad, que Cónclave nos invita a reflexionar en nuestra propia condición humana, en nuestros actos, nuestras pulsiones, en lo que hacemos en nuestra familia y entorno social, en si somos como el Cardenal Joseph, capaces de destruir a otro con tal de hacer lo que queremos o somos como Thomas, que con todo y nuestros errores hacemos lo que es correcto con el único propósito de vivir en un lugar mejor.
Decir que una película es un thriller religioso a priori podría resultar poco creíble, pero si revisamos la historia de la Iglesia Católica tal vez no hay mejor institución donde las intrigas, traiciones y mentiras sean el pan de cada día con tal de quedarse con el trono de San Pedro, algo que podemos ver en Cónclave, el más reciente filme de Edward Berger, una cinta que más allá de la carrera por el poder nos muestra la fragilidad humana.
Cónclave, magistralmente protagonizada por Ralph Fiennes, no pierde tiempo y desde un inicio nos avisa que la intriga será un condimento indispensable a lo largo de la trama y no es para menos, la muerte del Sumo Pontífice abre la carrera para ocupar el cargo de Papa, de jerarca de la iglesia, Jefe de Estado del Vaticano y guía espiritual de millones de seres humanos, es un poder que ni un presidente, monarca, primer ministro o político tiene, puede o aspira a tener.
Es por esta razón que el Cardenal Thomas, decano de la Iglesia Católica, toma un papel crucial, el hombre deberá cuidar de la elección papal, dirigir el Cónclave sin perder de vista que al final es un Cardenal y como todos tiene aspiraciones para ser Papa, incluso ya tiene un nombre con el que le gustaría ser elegido como el líder del mundo católico, es justo este deseo humano por el poder el que le da una dimensión totalmente diferente al filme.
Cónclave es ante todo una película humana, pues más allá de todo lo que simboliza y representa el proceso para elegir nuevo Papa, es una cinta donde los protagonistas muestran su cara más humana, donde la ambición y todas esas pulsiones los hermanan con cualquier ser humano común y corriente pero no solo muestra los oscuros de sus personajes, también da un atisbo de esperanza en medio de la penumbra.
De alguna forma Peter Straughan y el director Edward Berger logran crear personajes que bien pueden representar las formas de pensar que los humanos tienen, no importando en que parte del mundo vivan, están los conservadores, los progresistas, los misóginos, los abusadores, los mentirosos y los que quieren un mundo mejor para todos, aquellos que saben que la única forma de que el mundo sea más amable para todos es través del respeto, del amor, de la misericordia.
Pero todos estos tópicos que nos hacen reflexionar tras ver el filme no serían posibles sin el ensamble que Berger reúne y lidera, con un Ralph Fiennes que como el Cardenal Thomas logra mostrarnos a un hombre que duda, que teme hacer un mal trabajo ante una empresa tan grande; un Satnley Tucci que como el Cardenal Bellini nos muestra la popularidad, la confianza pero también el derrumbe y la aceptación de un hombre que sabe que debe hacerse a un lado para lograr los objetivos de su grupo; un John Lithgow que como el Cardenal Joshep nos muestra cómo un hombre puede torcer y traicionarse a sí mismo con tal de lograr un puesto; también como Sergio Castellitto que encarna al duro y conservador Cardenal Goffredo, revela a un hombre que cegado por su fanatismo olvida que la humanidad no es lo que él cree y considera correcto pues no posee la verdad, y qué decir de Lucian Msamati que interpreta al Cardenal Joshua, un hombre que a pesar de intentar redimirse su pasado lo alcanza y lo castiga. Y si todos estos grandes nombres no fueran suficientes, tenemos a una Isabella Rossellini como la Hermana Agnes, una mujer que encuentra su voz e inclina la balanza en un universo masculino donde las mujeres deben ser fantasmas al servicio de sus Excelencias.
Expuesto lo anterior, si tenemos claro que todos estos seres humanos son imperfectos y se dejan guiar por sus ambiciones, la esperanza se presenta ante la sorpresiva llegada del Cardenal Benitez, protagonizado por Carlos Diehz, un hombre que aceptando su condición humana y abrazando su apostolado como sacerdote decide ir al encuentro de los más débiles, de los desposeídos, de los parias, de los olvidados y que incluso aún habiendo sido testigo de los más aberrantes actos del hombre no pierde la fe en la humanidad, en la capacidad humana de ser buenos, de hacer las más grandes obras de amor.
Y es con esta esperanza en el lado bueno, el lado luminosos de la humanidad, que Cónclave nos invita a reflexionar en nuestra propia condición humana, en nuestros actos, nuestras pulsiones, en lo que hacemos en nuestra familia y entorno social, en si somos como el Cardenal Joseph, capaces de destruir a otro con tal de hacer lo que queremos o somos como Thomas, que con todo y nuestros errores hacemos lo que es correcto con el único propósito de vivir en un lugar mejor.