La habitación de al lado, una película finamente bordada

POR: ALEX VANSS

16-12-2024 01:33:13

La habitación de al lado, una película finamente bordada


Cómo si se tratará de una artesanía, de un producto hecho mano con delicadeza, pero sobre todo con gran calidad, Pedro Almodóvar tejió finamente su más reciente película La habitación de al lado, un bello filme, no sólo por su hechura, sino también por la profundidad que alcanza su historia.

Vaya debut el de Almodóvar en el cine en habla inglesa, el director español logra una película con un ritmo uniforme, no lento, ni aburrido sino constante, un filme que podríamos describir como una caricia al espectador, una caricia que nos permite ir experimentando diversos sentimientos: la tristeza, la sorpresa, la alegría, la esperanza, porque aunque parezca paradójica, la película ofrece un rayo de esperanza en un mundo, cada vez más caótico, en un mundo en el que parece que la raza humana está condenada a su extinción.


Tal vez sea por los años que tiene a cuesta el director manchego, por toda su experiencia y sensibilidad, que nos permite adentrarnos en una historia de amistad, de fidelidad, de comprensión, Almodóvar logra entender y plasmar en la pantalla, aquellas pulsiones humanas, siempre presentes, la vida y la muerte, esa gran dicotomía que a lo largo de la historia de la humanidad decenas de cientos de filósofos, artistas, creadores, libres pensadores han intentado comprender, pero solo aquellos que como Almodovar, han experimentado la ausencia de un ser amado y se han acercado a encontrar la verdad, si es que existe, entre la vida y la muerte.


En La habitación de al lado, Almodóvar nos presenta a Ingrid, una reconocida escritora que a su regreso a Estados Unidos, específicamente a Nueva York, durante una firma de autógrafos, descubre que una de sus mejores amigas, Martha, tiene cáncer. Este anuncio provoca que Ingrid decida ir a ver a Martha, este reencuentro las volverá a conectar, la sensibilizará, las volverá más íntimas, de tal modo que Martha confiará en Ingrid una misión: que la acompañe en el camino final rumbo a la muerte, justo, ocupando la habitación de al lado.


La habitación de al lado, una película finamente bordada


A través de esta premisa, la película deambula entre bellas imágenes, un diseño de producción que deja ver el sello de Almodóvar, una música que acompaña, una edición sutil pero efectiva y una fotografía que sin lugar a dudas demuestra la madurez tanto de Pedro como del equipo que le rodea, y es que esa cámara que nos muestra a nuestros personajes, pero que también nos muestra Nueva York, es una cámara cercana al piso, es una cámara que nos permite de alguna forma, desde ese emplazamiento, ver la magnitud de los exteriores, pero también ver la fuerza y magnificencia de dos consagradas actrices: Julian Moore y Tilda Swinton.


Como sólo un gran director de actores podría hacerlo, Almodóvar logra sacarle provecho a la experiencia y las tablas de estas dos gigantes de la actuación mundial. Yo sé que se recomienda no adjetivar mucho,pero no puedo no hacerlo, y es que la película está muy bien llevada por ambas actrices quienes prácticamente se encuentran a cuadro, juntas o cada quien por su lado, en casi el cien por ciento del filme logrando pasarnos emociones, transmitir esas sensaciones que sólo las personas que están experimentando una enfermedad, una pérdida, una dolencia, pueden entender y que sólo si somos lo suficientemente empáticos podremos acercarnos, acariciar, arañar un poco dicho sentir.


En La habitación de al lado, Almodóvar demuestra una vez más que es un director por demás capacitado, pero sobre todo que es un director que a través de lenguaje cinematográfico logra hablar con todo el mundo, no importando si el idioma de la película sea español o inglés, como en el caso de esta nueva película Almodóvar con su estilo y su sensibilidad característica logra tocar ciertos temas con una sutileza tan proverbial que como espectador sólo podemos ser testigos de, me atrevo a decirlo, una de las mejores películas, no sólo de 2024, también de la década.


La habitación de al lado, una película finamente bordada


Hace unos párrafos lo cuestionaba, será la edad, será la experiencia, será el cúmulo de vivencias, será su propia genialidad o será todo eso en conjunto lo que le ha permitido a Almodóvar hablar con profundidad, pero sencillez, de la muerte y la vida, tal vez sólo preguntándole a él podríamos realmente encontrar la respuesta, pero yo creo que es así, y es que que cuando permitimos que nuestra experiencia y conocimiento nos llene, nos alimente, que los años no pasen en balde, es que podemos aprender, madurar con cada día que pasa y así tal vez podremos encontrar esa profundidad, esa sencillez, esa capacidad de enseñar a los demás como lo hace Almodóvar y otros grandes cineastas como Francis Ford Coppola, Martin Scorsese y Clint Eastwood.


La vejez, sin duda, pasa factura, nos duele el cuerpo, nos vuelve más lentos, más enfermizos, nos acerca cada día más a la muerte, pero si logramos darle la vuelta a esta verdad humana entonces el discurso de este tipo de cineastas se vuelve poderoso y lo podemos ver perfectamente en la película de Almodóvar, un ejemplo de esto se encuentra en aquella secuencia donde Ingrid, el personaje de Julian Moore, platica con el Damian, el personaje de John Turturro, quien interpreta a una académico prácticamente decepcionado por la poca conciencia de la humanidad acerca de los problemas climáticos. Ingrid, que no es una mujer ingenua, ha comprendido que tal vez si ya todo está dado, si tal vez el futuro es cada vez más complicado, o tal vez no hay futuro, siempre uno puede decidir cómo pasar esos últimos días, si lo hace lamentándose por lo que pudo ser o disfrutando lo que es.


Y sin duda, yo me quedo con ese mensaje de La habitación de al lado, disfrutar la vida porque los problemas a lo largo de la historia de la humanidad siempre han existido, las guerras, los genocidios, la violencia, la idea del mundo post apocalíptico siempre ha estado presente, personalmente creo que vivimos en ese mundo post apocalíptico lleno de horrores pero tenemos la posibilidad de decidir si nos hundimos en ese fango, nos hundimos en el estiércol de la humanidad o si, a pesar de todo eso, decidimos ser felices, elegimos ver el vaso medio lleno, ver el mundo con otros ojos, ojos puestos en el azul del cielo que nos permitan atravesar el fango deseando algo mejor, disfrutando de nuestros seres queridos, de nuestros amigos, porque si hay algo certero es que todos nos vamos a morir, pero mientras ese día llega, busquemos ser felices.




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