STRAIGHT, la nueva propuesta del cine mexicano es una adaptación de una obra teatral sobre la disyuntiva de un hombre joven y exitoso que de pronto duda de sus propias decisiones y preferencias, abordando un tema tabú incluso dentro de la misma comunidad LGBT, la bisexualidad y en esta película es justo esta categoría la que se torna en el conflicto de su narrativa.

Protagonizada por EL TREMENDO PAPUCHO de Alejandro Speitzer conocemos a Ro, un financiero de mediana edad con la vida perfecta, una estabilidad económica envidiable y una relación amorosa estable con su novia Elia, interpretada por Bárbara López; la pareja parece feliz hasta que descubrimos que en realidad hay un tercero en la relación y es otro hombre, un chico universitario que conoció a Ro a través de una aplicación de citas. La vida de Ro se pone de cabeza cuando confirma que efectivamente tiene una inclinación no solo sexual si no también sentimental por otro hombre.

Todo el conflicto de Straight se establece en el auto entendimiento del personaje principal pues, claramente tiene sentimientos y una química sin igual con Cris, el personaje de Franco Masini pero a la vez tiene una conexión especial con Elia, no quiere que sus decisiones sean excluyentes una de otra pero tampoco sabe cómo conjuntarlas para sentirse entero. 

La discusión sobre la existencia de una preferencia sexual total y definitiva se aborda en todos sentidos y aspectos en la película, desde su discurso, sus diálogos que suelen respetar y honrar su origen teatral con monólogos fuertes y de pronto extensos, hasta su gramática visual y su estética; la historia se cuenta en las luces, en sus encuadres y colores, la psicología del debate entre las decisiones personales tomadas por convicción y la duda de la existencia de aquellas tomadas por encajar y pertenecer a una sociedad cuadrada y empedernida de las etiquetas está impresa en todos los detalles que conforman al largometraje; el uso de colores contrastantes para demostrar la ambivalencia que vive Ro, utilizar encuadres que separan a los personajes demostrando la división que se genera conforme avanza la trama e incluso incorpora elementos de contraste no solo visuales si no conceptuales generando debates y un choque de ideas.

Straight tiene un tono ambiguo, juega con la comedia y la ligereza al momento de retratar y exponer temáticas complejas como la identidad en sí misma pero es capaz de ser seria y emotiva cuando lo amerita, esto es en parte gracias a la dirección actoral y al trabajo de los intérpretes quienes ostentan una química que traspasa la pantalla y convence al espectador de la veracidad de las relaciones.

Se habla de la posible existencia de un gusto dual donde genuinamente se pueda querer en todo el sentido de la palabra y la emoción, holísticamente incluyendo el terreno de lo sexual a dos géneros distintos, sin preferencia por uno u otro; en la trama se aborda en diálogo incluso una eventual explicación genética a la preferencia sexual tomando en cuenta factores de entorno y predisposición de componentes bioquímicos, sin embargo, la película decide retratar lo interesante que se vuelve obedecer a la normativa heterosexual impuesta o al deseo y el querer genuinos.

En la filmografía queer poco se ha abordado la bisexualidad, los mismos miembros de la comunidad dudan de esta preferencia y es importante darle un nicho a la exploración y la visibilidad de la misma con el fin de comprenderla y respetarla.