El Ariel 2020, desangelado y sin sorpresas
POR: NANCY MORA
28-09-2020 02:02:22
Con una ceremonia virtual que se sintió eterna por sus más de tres horas de duración, una producción que dejó mucho que desear, una conducción sin química y ganadores sin muchos ánimos de festejar, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) realizó la entrega 62 del Ariel, en medio de la actual situación que atraviesa la industria por los estragos del COVID19 y por la desaparición de fideicomisos. Tampoco hubo grandes sorpresas, pues como se esperaba, Ya no estoy aquí, de Fernando Frías de la Parra, arrasó con un total de 10 premios incluidos Mejor Película y Dirección.
De sus 13 nominaciones, Ya no estoy aquí ganó el Ariel en las categorías Mejor Película, Director (Fernando Frías de la Parra), Fotografía, Guion Original, Revelación Actoral (Juan Daniel García), Maquillaje, Edición, Sonido, Vestuario y Diseño de Arte.
Asfixia, de Kenya Márquez, obtuvo los premios a Coactuación femenina (Mónica del Carmen) y Coactuación Masculina (Raúl Briones); Mano de Obra, de David Zonana obtuvo el Ariel como Ópera Prima y Mejor Actor (Luis Alberti); Belzebuth, de Emilio Portes ganó en Efectos visuales y Efectos especiales; Sonora, de Alejandro Springall ganó Música original y Guion Adaptado; Sanctorum conquistó Música original; y Luciérnagas se llevó el de Mejor Actriz (Flor Edwarda Gurrola).
Como Mejor Documental el Ariel fue para El Guardián de la Memoria, de Marcela Arteaga; la Mejor Película Iberoamericana fue Dolor y Gloria, de Pedro Almódovar; y Mejor Película de Animación para Olimpia, de J.M.Cravioto.
En cuanto a cortometrajes se refiere, este año se premió a Mejor Cortometraje Documental: Lorena, la de pies ligeros, de Juan Carlos Rulfo; Mejor Cortometraje de Animación: Dalia sigue aquí, de Nuria Menchaca; Mejor Cortometraje de Ficción: Las desaparecidas, de Astrid Domínguez.
Entre los que se quedaron con las manos vacías y que tenían un gran número de nominaciones se encuentran Esto no es Berlín, de Hari Sama; Polvo, de José María Yázpik y Cómprame un revólver, de Julio Hernández Cordón.
Cada año la comunidad cinematográfica espera el discurso de quien está al frente de la AMACC, en esta ocasión tocó el turno, por primera vez en su gestión al frente de la Academia, a Mónica Lozano, quien remarcó la difícil situación por la que atraviesa el país y el cine mexicano, el cual ha tenido que reinventarse y adaptarse a las nuevas formas de consumo a través de las múltiples pantallas de uso casero, nuevas formas de producción y las nuevas narrativas, escenarios virtuales.
También habló sobre el derecho a la cultura, el cual debe ser garantizado por el Estado, “el cine es un espejo que nos refleja como individuos, como sociedad, es una ventana para ver el mundo, por eso esta noche celebramos el talento de los creadores cinematográficos (…) la crisis por la que atravesamos ha impactado en nuestra industria, se ha detenido la producción, miles de personas se han quedado sin trabajo, pero se han reunido algunos fondos de emergencia destinados a los trabajadores más vulnerables. Seguiremos trabajando solidariamente para hacer frente a esta crisis”.
“Como gremio hemos luchado siempre para impedir que nuestra industria desaparezca, los frentes se multiplican pero no bajamos la guardia, hoy luchamos también por erradicar la violencia de género que lacera a nuestra industria y a toda la sociedad, por ello la Academia se suma al llamado generar espacios libres de violencia, se impulse la igualdad de oportunidades y se reflexione sobre la representación de género en la pantalla”.
Mónica Lozano también destacó la preocupación de la comunidad ante la desaparición de fideicomisos destinados al cine, “no permitamos un retroceso en el fomento a la cinematografía en la ley, de la mano con la comunidad hoy la Academia está luchando para encontrar los caminos hacia políticas públicas que respalden a la creación cinematográfica en toda su diversidad y pluralidad, que garanticen la existencia de un cine nacional frente a la voracidad de un mercado global dominado por intereses comerciales (…) vamos por reformas justas a la ley de cinematografía en beneficio del cine entendido como arte pero también como industria (…) la cultura no debe pensarse como un gasto, no es un adorno, los creadores cinematográficos no somos el enemigo, tenemos un compromiso con nuestro país, trabajemos por una política cultural que garantice la existencia del cine mexicano, hagámoslo juntos, cerremos filas”.
Hubo otros discursos emotivos, previo al inicio de la ceremonia, el colectivo Ya Es Hora hizo un llamado a evitar la misoginia normalizada en la industria cinematográfica para garantizar la participación y representación de las mujeres en el cine, petición a la que se sumó Flor Edwarda Gurrola al recibir el Ariel como mejor Actriz quien al finalizar su discurso de agradecimiento alzo su mano para mostrar el pañuelo rojo que portaron todas las mujeres en esta ocasión.
Luis Alberti, fue uno de los pocos ganadores que se veía realmente feliz y agradeció a su familia, “gracias querida Academia, ustedes que son mis colegas, quienes han confiado en mí, gracias a Mano de Obra, a David Zonana (…) Dedico este premio a mis benditos padres, quienes llevan 45 años juntos y me han enseñado lo que es el compromiso, la dedicación y la entrega (…) amo esta película porque retrata el corazón, la dignidad y la honradez que hay en cada mexicano que con sus propias manos construye día a día el país que somos con trabajo, con esfuerzo, que lucha por el sentido de pertenencia (…) hoy la cinematografía mexicana está pasando un momento difícil de recortes y dificultades que vamos a tener que enfrentar y estoy seguro que vamos a salir adelante como lo hemos hecho, porque hoy la cinematografía mexicana tiene un lugar muy digno en el mundo y así lo estamos festejando hoy”.
Continuando con la ceremonia, se entregó el Ariel de Oro a la compositora mexicana Lucía Álvarez, quien al recibir este reconocimiento a su trayectoria expresó: “La música original de un filme es una invitada que participará del banquete, es una actriz más que con su contribución atrayente logrará que los espectadores penetren en la trama con mayor facilidad (...) la circunstancias de la pandemia desviaron nuestra atención de temas delicados que ya venían aquejándonos, soy una sobreviviente en un medio complejo (...) soy una orgullosa madre soltera que ha sabido capotear todos los incidentes de acoso y menosprecio que lamentablemente todavía vivimos a diario todas las mujeres de este país (...) dedico este Ariel a todas las mujeres de México que luchan día a día por obtener un reconocido y merecido lugar en cada una de sus profesiones y especialmente lo dedico a mi hija Paula que es la fuerza para que yo siga adelante”.
La actriz María Rojo también recibió el Ariel de Oro por sus más de seis décadas de trayectoria y al recibir la estatuilla de manos del cineasta Felipe Cazals dijo: “Muchísimas gracias a la Academia, de verdad lo recibo muy emocionada, pero sobretodo muy agradecida. Felipe, muchísimas gracias, yo sé que sin ti nunca hubiera pisado el cine, sin ti que me apoyaste, a esta chapata mechuda, que reconocieron que me apasionaba el cine y que reconocieron que yo tenía muchas ganas de trabajar con ustedes y de hacer el cine que hice”.
Como ya es tradición uno de los momentos más emotivos de la noche fue el In Memoriam donde se recuerda a los que se han ido durante este año, entre ellos, los actores Sonia Infante, Wanda Seux, Manuel “El Loco” Valdés, Roberto Sosa, Gabriel Retes, Cecilia Romo, Flavio Héctor Suárez, el compositor Ennio Morricone, los cantantes Gualberto Castro, Óscar Chávez, Chamín Correa, José José, y los periodistas Alejandro Cárdenas, Carlos Alberto Barajas “El Alebrije” y Andrea Gentile.
Sin duda, esta ceremonia del Ariel fue distinta a las demás, por primera vez se realiza de manera virtual, con todo lo que ello implica, situaciones de las que no salieron bien librados, empezando por la conducción que se sintió acartonada, sin química, hasta la atropellada intervención del actor Daniel Giménez Cacho, que gritó, se paseó sin pantalones frente a la cámara y al final llegó montado en una bicicleta, algo que se sintió falso y sin sentido.
Con una ceremonia virtual que se sintió eterna por sus más de tres horas de duración, una producción que dejó mucho que desear, una conducción sin química y ganadores sin muchos ánimos de festejar, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) realizó la entrega 62 del Ariel, en medio de la actual situación que atraviesa la industria por los estragos del COVID19 y por la desaparición de fideicomisos. Tampoco hubo grandes sorpresas, pues como se esperaba, Ya no estoy aquí, de Fernando Frías de la Parra, arrasó con un total de 10 premios incluidos Mejor Película y Dirección.
De sus 13 nominaciones, Ya no estoy aquí ganó el Ariel en las categorías Mejor Película, Director (Fernando Frías de la Parra), Fotografía, Guion Original, Revelación Actoral (Juan Daniel García), Maquillaje, Edición, Sonido, Vestuario y Diseño de Arte.
Asfixia, de Kenya Márquez, obtuvo los premios a Coactuación femenina (Mónica del Carmen) y Coactuación Masculina (Raúl Briones); Mano de Obra, de David Zonana obtuvo el Ariel como Ópera Prima y Mejor Actor (Luis Alberti); Belzebuth, de Emilio Portes ganó en Efectos visuales y Efectos especiales; Sonora, de Alejandro Springall ganó Música original y Guion Adaptado; Sanctorum conquistó Música original; y Luciérnagas se llevó el de Mejor Actriz (Flor Edwarda Gurrola).
Como Mejor Documental el Ariel fue para El Guardián de la Memoria, de Marcela Arteaga; la Mejor Película Iberoamericana fue Dolor y Gloria, de Pedro Almódovar; y Mejor Película de Animación para Olimpia, de J.M.Cravioto.
En cuanto a cortometrajes se refiere, este año se premió a Mejor Cortometraje Documental: Lorena, la de pies ligeros, de Juan Carlos Rulfo; Mejor Cortometraje de Animación: Dalia sigue aquí, de Nuria Menchaca; Mejor Cortometraje de Ficción: Las desaparecidas, de Astrid Domínguez.
Entre los que se quedaron con las manos vacías y que tenían un gran número de nominaciones se encuentran Esto no es Berlín, de Hari Sama; Polvo, de José María Yázpik y Cómprame un revólver, de Julio Hernández Cordón.
Cada año la comunidad cinematográfica espera el discurso de quien está al frente de la AMACC, en esta ocasión tocó el turno, por primera vez en su gestión al frente de la Academia, a Mónica Lozano, quien remarcó la difícil situación por la que atraviesa el país y el cine mexicano, el cual ha tenido que reinventarse y adaptarse a las nuevas formas de consumo a través de las múltiples pantallas de uso casero, nuevas formas de producción y las nuevas narrativas, escenarios virtuales.
También habló sobre el derecho a la cultura, el cual debe ser garantizado por el Estado, “el cine es un espejo que nos refleja como individuos, como sociedad, es una ventana para ver el mundo, por eso esta noche celebramos el talento de los creadores cinematográficos (…) la crisis por la que atravesamos ha impactado en nuestra industria, se ha detenido la producción, miles de personas se han quedado sin trabajo, pero se han reunido algunos fondos de emergencia destinados a los trabajadores más vulnerables. Seguiremos trabajando solidariamente para hacer frente a esta crisis”.
“Como gremio hemos luchado siempre para impedir que nuestra industria desaparezca, los frentes se multiplican pero no bajamos la guardia, hoy luchamos también por erradicar la violencia de género que lacera a nuestra industria y a toda la sociedad, por ello la Academia se suma al llamado generar espacios libres de violencia, se impulse la igualdad de oportunidades y se reflexione sobre la representación de género en la pantalla”.
Mónica Lozano también destacó la preocupación de la comunidad ante la desaparición de fideicomisos destinados al cine, “no permitamos un retroceso en el fomento a la cinematografía en la ley, de la mano con la comunidad hoy la Academia está luchando para encontrar los caminos hacia políticas públicas que respalden a la creación cinematográfica en toda su diversidad y pluralidad, que garanticen la existencia de un cine nacional frente a la voracidad de un mercado global dominado por intereses comerciales (…) vamos por reformas justas a la ley de cinematografía en beneficio del cine entendido como arte pero también como industria (…) la cultura no debe pensarse como un gasto, no es un adorno, los creadores cinematográficos no somos el enemigo, tenemos un compromiso con nuestro país, trabajemos por una política cultural que garantice la existencia del cine mexicano, hagámoslo juntos, cerremos filas”.
Hubo otros discursos emotivos, previo al inicio de la ceremonia, el colectivo Ya Es Hora hizo un llamado a evitar la misoginia normalizada en la industria cinematográfica para garantizar la participación y representación de las mujeres en el cine, petición a la que se sumó Flor Edwarda Gurrola al recibir el Ariel como mejor Actriz quien al finalizar su discurso de agradecimiento alzo su mano para mostrar el pañuelo rojo que portaron todas las mujeres en esta ocasión.
Luis Alberti, fue uno de los pocos ganadores que se veía realmente feliz y agradeció a su familia, “gracias querida Academia, ustedes que son mis colegas, quienes han confiado en mí, gracias a Mano de Obra, a David Zonana (…) Dedico este premio a mis benditos padres, quienes llevan 45 años juntos y me han enseñado lo que es el compromiso, la dedicación y la entrega (…) amo esta película porque retrata el corazón, la dignidad y la honradez que hay en cada mexicano que con sus propias manos construye día a día el país que somos con trabajo, con esfuerzo, que lucha por el sentido de pertenencia (…) hoy la cinematografía mexicana está pasando un momento difícil de recortes y dificultades que vamos a tener que enfrentar y estoy seguro que vamos a salir adelante como lo hemos hecho, porque hoy la cinematografía mexicana tiene un lugar muy digno en el mundo y así lo estamos festejando hoy”.
Continuando con la ceremonia, se entregó el Ariel de Oro a la compositora mexicana Lucía Álvarez, quien al recibir este reconocimiento a su trayectoria expresó: “La música original de un filme es una invitada que participará del banquete, es una actriz más que con su contribución atrayente logrará que los espectadores penetren en la trama con mayor facilidad (...) la circunstancias de la pandemia desviaron nuestra atención de temas delicados que ya venían aquejándonos, soy una sobreviviente en un medio complejo (...) soy una orgullosa madre soltera que ha sabido capotear todos los incidentes de acoso y menosprecio que lamentablemente todavía vivimos a diario todas las mujeres de este país (...) dedico este Ariel a todas las mujeres de México que luchan día a día por obtener un reconocido y merecido lugar en cada una de sus profesiones y especialmente lo dedico a mi hija Paula que es la fuerza para que yo siga adelante”.
La actriz María Rojo también recibió el Ariel de Oro por sus más de seis décadas de trayectoria y al recibir la estatuilla de manos del cineasta Felipe Cazals dijo: “Muchísimas gracias a la Academia, de verdad lo recibo muy emocionada, pero sobretodo muy agradecida. Felipe, muchísimas gracias, yo sé que sin ti nunca hubiera pisado el cine, sin ti que me apoyaste, a esta chapata mechuda, que reconocieron que me apasionaba el cine y que reconocieron que yo tenía muchas ganas de trabajar con ustedes y de hacer el cine que hice”.
Como ya es tradición uno de los momentos más emotivos de la noche fue el In Memoriam donde se recuerda a los que se han ido durante este año, entre ellos, los actores Sonia Infante, Wanda Seux, Manuel “El Loco” Valdés, Roberto Sosa, Gabriel Retes, Cecilia Romo, Flavio Héctor Suárez, el compositor Ennio Morricone, los cantantes Gualberto Castro, Óscar Chávez, Chamín Correa, José José, y los periodistas Alejandro Cárdenas, Carlos Alberto Barajas “El Alebrije” y Andrea Gentile.
Sin duda, esta ceremonia del Ariel fue distinta a las demás, por primera vez se realiza de manera virtual, con todo lo que ello implica, situaciones de las que no salieron bien librados, empezando por la conducción que se sintió acartonada, sin química, hasta la atropellada intervención del actor Daniel Giménez Cacho, que gritó, se paseó sin pantalones frente a la cámara y al final llegó montado en una bicicleta, algo que se sintió falso y sin sentido.