Everardo González: Las paradojas de la gratuidad
POR: NAN MORA Y ALEX VANSS
14-05-2020 13:39:11
“Para seguir produciendo cine en México es muy importante la subvención del Estado, eso permitiría libertad en su exhibición, porque cuando se depende totalmente del mercado, se depende de la recuperación financiera, la venta de boletos o de películas para la recuperación de la inversión privada, no todo puede ser gratuito porque no vivimos del aplauso, hay que pagar sueldos, equipos, traslados, el valor del arte también es monetario”, señaló el documentalista mexicano Everardo González, quien estrenó su película Yermo de manera gratuita a través de Ambulante en Casa.
Consideró que muchas veces se demerita el arte que es gratuito, “pero en caso de que fuera gratuito entonces el Estado debería pagarnos a los artistas por hacer nuestro trabajo, lo que cobramos como profesionales y no lo que ellos creen que merecemos, pero como eso no existe, hay que buscar un equilibrio entre la subvención pública, que es lo que permite que el arte sea colectivo y la inversión privada”.
Por ello, Everardo sostuvo en entrevista con Encuadres, que la extinción de los fideicomisos destinados al arte y la cultura es un tema muy complejo, porque si no se encuentran los mecanismos de operación en beneficio no solo de los artistas sino de toda la comunidad, entonces el arte dependerá enteramente del mercado, “y si me piden una película para ser proyectada gratuitamente, no podré hacerlo por los compromisos económicos adquiridos para realizarla”.
Señaló que la extinción de apoyos por parte del Estado “es totalmente contrario a la política de democratización que se pretende tener en la actual administración, es una profunda contradicción no solo de la 4T sino de todas las izquierdas en el mundo”.
Recordó que en 2017 el Anuario Estadístico del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) dio a conocer que la rama del cine generó más de 40 mil empleos, “el impacto ese año del Producto Interno Bruto estuvo por el 4 por ciento, entonces el movimiento económico es enorme, no sé cómo no lo han podido ver, así que la reducción de apoyos nos impacta a todos, no solo a los artistas, también a los generadores de contenidos privados, a las casas de cultura que ofrecen actividades gratuitas, tomando en cuenta esto, es evidente la crisis que se avecina”.
Indicó que la decisión de extinguir apoyos al arte es un error muy grave que puede repercutir a varias generaciones, “porque a quien más impacta es a los jóvenes, a los artistas noveles, las nuevas voces que también necesitan internacionalizarse, porque aunque se acabe con una política de libre mercado, la idea de aldea global no se va a frenar, entonces la internalización de los autores dependerá también de un aparato que vea valía en eso, yo no soy producto solo de mi talento, soy producto de un aparato gigantesco de promoción desde lo privado y lo público, yo quisiera que eso que me pasa a mí también le pase al cineasta con su ópera prima”.
Everardo sostuvo que es difícil valorar el arte en un sistema presidencialista, donde se mira al presidente como un padre, “cuando el presidente no refiere nada relacionado con la cultura del presente, porque la cultura en la que él se afinca es la memoria histórica, para él todo lo que ocurre en el presente no existe, entonces en un sistema como este es muy difícil que el apoyo exista. Solo es posible cuando los presidentes leen, conocen a los nuevos poetas, a los nuevos músicos, cineastas, literatos, pero cuando todo es anquilosado y seguimos arrastrando las cabezas olmecas como nuestra gran herencia cultural, es sumamente complicado que se descentralice el acceso a la cultura y la generación de arte, porque no se valora el arte”.
La paradoja, concluyó, es que si desaparece todo lo que es incidencia directa del Estado para la producción de la cultura lo único que queda es que la pequeña burguesía sea la que tenga los recursos para hacer cultura, porque tendrá los medios, los contactos y los espacios para hacerlo, lo cual es una profunda contradicción… pero bueno, cada gobierno sabrá cómo quiere pasar a la historia”.
YERMO
Everardo González no tenía contemplado realizar Yermo, el documental fue resultado de una serie de grabaciones que el cineasta realizó durante varios años mientras acompañaba al artista visual Alfredo de Stéfano en su proceso creativo por distintos países.
“Esta película no iba a ser una película, De Stéfano es un artista visual que retrata paisajes desérticos desde hace muchos años y en 2013 me invitó a realizar un detrás de cámaras, así que lo acompañé bajo esa consigna. El paisaje y las personas eran solo el escenario de su proceso, pero con el paso de los años me di cuenta que eso contradecía mucho mi manera de ver el documental, yo no sabía cómo construir solo a partir del paisaje y me di cuenta que había potencial para hacer una película a partir de las personas, así que volví a hablar con Alfredo para darle un giro a la historia y para que en lugar de ser el protagonista se convirtiera en productor de la película, accedió y así logramos el financiamiento para terminarla”.
El proceso no fue sencillo para Everardo porque solo tenía “retazos”, secuencias ligadas al trabajo de Alfredo, “lo difícil fue articular esos retazos para crear una línea narrativa, no había trama ni seguimiento de personajes, los paisajes estaban disociados”, por lo que recurrió a la editora Paloma López Carrillo para juntos buscar el sentido a esas imágenes y en este proceso otra persona clave fue Diana Martín del Campo porque coordinó las traducciones de los ocho idiomas y lenguas que hablan las personas que intervienen en la película.
“Durante un año se trabajó en la traducción y fue a través de eso que nos dimos cuenta que las personas que filmamos aprovechaban nuestra incomprensión de su lengua para burlarse de nosotros, esa libertad que les daba la barrera del idioma se convirtió en la riqueza del proyecto y por lo tanto el montaje fue un proceso mucho más divertido porque yo era la burla de ellos”, reconoció Everardo.
También se dieron a la tarea de contar la vida en el desierto, sin importar su localización, por ello decidieron eliminar las referencias geográficas, la intención era integrarlo todo como una misma concepción de la vida, como si se tratara de un mismo desierto con diferentes habitantes, aunque haya sido filmado en Mongolia, Arizona, Coahuila Marruecos, Chile o Perú.
“Así es como se articuló Yermo, nunca pensamos en un tono informativo sino que apelábamos a la capacidad sensorial del espectador. Creo que ésta es una de las virtudes de esta película, que fue creada y contada de forma muy libre, esperando que esa misma libertad la tenga el espectador para interpretar el material, que sea muy disfrutable en lo visual y sonoro”.
Para Everardo Yermo también habla de ser feliz con lo básico, “creo que en estos momentos es aún más relevante esa visión, por lo que nos está tocando vivir ahora. Cada una de mis películas me ha dejado muchas lecciones, pero Yermo en particular me enseñó a ser menos aprensivo para las futuras películas, me permitió darme cuenta de lo valioso que es el oficio del cineasta y que filmar documentales cuando no hay mucha certeza de lo que va a ocurrir se convierte en una virtud; me enseñó que es fundamental la buena comunión entre los que colaboran en la película; Yermo me enseñó que la realidad es muy generosa y que solo basta una mirada aguda construir una narrativa audiovisual”.
Por todo lo anterior, Everardo ahora tiene la certeza de que lo más valioso de hacer documentales es la libertad que tiene el cineasta al momento de realizarlos y la disposición que pueda tener para modificar sus propias premisas, “esa es quizá es la mayor lección que me ha dejado Yermo, además de darme la posibilidad de haber hecho una película dulce, porque tenía mucho tiempo que mis documentales se centraban en cosas muy oscuras, hacer una película así de amable me ha dado mucha paz”.
ESTRENO DE YERMO EN AMBULANTE 2020
Para Everardo y los productores de Yermo fue una sorpresa estrenar la película en streaming como parte de la Gira de Documentales Ambulante, que este año debido a la emergencia sanitaria por el COVD19 tuvo que realizarse en línea, “estuvimos en esa disyuntiva compleja porque estrenar de esta manera nos anulaba la posibilidad de hacer un estreno como lo hemos hecho desde hace 15 o 16 años, esta película se iba a estrenar en Guadalajara pero como el festival se pospuso, decidimos estrenar en Ambulante de esta forma, aunque eso signifique anular la posibilidad de competir en Guadalajara, porque los festivales piden estrenos”.
Finalmente, decidieron realizar el estreno en línea, en gran medida, señaló Everardo, para apoyar a Ambulante y agradecer el trabajo que han realizado desde hace muchos años. Todo el equipo de la película está muy satisfecho con la respuesta del público, porque los mil visionados que se tenían contemplados se agotaron en las primeras horas de ser liberados, así que se tuvieron que liberar mil visionados más, lo cual habla del interés del público y también de que el documental pudo ser visto por al menos dos mil personas en su estreno, algo que quizá no hubiera sucedido en un estreno tradicional.
“De esta experiencia lo que más extrañamos fue el contacto directo con el público, a mí me gusta ver cómo reacciona la gente al momento de ver la película, fue algo que no pude sentir esta vez, pero en cambio pude vivir la nueva experiencia del contacto a través de las redes sociales, además de que la película fue vista por más de 2000 personas, que para un documental son muy buenos números y eso nos tiene muy contentos”, expresó Everardo, quien se dijo sorprendido por la reacción del público y está convencido de que esta película le regaló algo a las personas “y eso es lo más bonito del cine”.
“Para seguir produciendo cine en México es muy importante la subvención del Estado, eso permitiría libertad en su exhibición, porque cuando se depende totalmente del mercado, se depende de la recuperación financiera, la venta de boletos o de películas para la recuperación de la inversión privada, no todo puede ser gratuito porque no vivimos del aplauso, hay que pagar sueldos, equipos, traslados, el valor del arte también es monetario”, señaló el documentalista mexicano Everardo González, quien estrenó su película Yermo de manera gratuita a través de Ambulante en Casa.
Consideró que muchas veces se demerita el arte que es gratuito, “pero en caso de que fuera gratuito entonces el Estado debería pagarnos a los artistas por hacer nuestro trabajo, lo que cobramos como profesionales y no lo que ellos creen que merecemos, pero como eso no existe, hay que buscar un equilibrio entre la subvención pública, que es lo que permite que el arte sea colectivo y la inversión privada”.
Por ello, Everardo sostuvo en entrevista con Encuadres, que la extinción de los fideicomisos destinados al arte y la cultura es un tema muy complejo, porque si no se encuentran los mecanismos de operación en beneficio no solo de los artistas sino de toda la comunidad, entonces el arte dependerá enteramente del mercado, “y si me piden una película para ser proyectada gratuitamente, no podré hacerlo por los compromisos económicos adquiridos para realizarla”.
Señaló que la extinción de apoyos por parte del Estado “es totalmente contrario a la política de democratización que se pretende tener en la actual administración, es una profunda contradicción no solo de la 4T sino de todas las izquierdas en el mundo”.
Recordó que en 2017 el Anuario Estadístico del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) dio a conocer que la rama del cine generó más de 40 mil empleos, “el impacto ese año del Producto Interno Bruto estuvo por el 4 por ciento, entonces el movimiento económico es enorme, no sé cómo no lo han podido ver, así que la reducción de apoyos nos impacta a todos, no solo a los artistas, también a los generadores de contenidos privados, a las casas de cultura que ofrecen actividades gratuitas, tomando en cuenta esto, es evidente la crisis que se avecina”.
Indicó que la decisión de extinguir apoyos al arte es un error muy grave que puede repercutir a varias generaciones, “porque a quien más impacta es a los jóvenes, a los artistas noveles, las nuevas voces que también necesitan internacionalizarse, porque aunque se acabe con una política de libre mercado, la idea de aldea global no se va a frenar, entonces la internalización de los autores dependerá también de un aparato que vea valía en eso, yo no soy producto solo de mi talento, soy producto de un aparato gigantesco de promoción desde lo privado y lo público, yo quisiera que eso que me pasa a mí también le pase al cineasta con su ópera prima”.
Everardo sostuvo que es difícil valorar el arte en un sistema presidencialista, donde se mira al presidente como un padre, “cuando el presidente no refiere nada relacionado con la cultura del presente, porque la cultura en la que él se afinca es la memoria histórica, para él todo lo que ocurre en el presente no existe, entonces en un sistema como este es muy difícil que el apoyo exista. Solo es posible cuando los presidentes leen, conocen a los nuevos poetas, a los nuevos músicos, cineastas, literatos, pero cuando todo es anquilosado y seguimos arrastrando las cabezas olmecas como nuestra gran herencia cultural, es sumamente complicado que se descentralice el acceso a la cultura y la generación de arte, porque no se valora el arte”.
La paradoja, concluyó, es que si desaparece todo lo que es incidencia directa del Estado para la producción de la cultura lo único que queda es que la pequeña burguesía sea la que tenga los recursos para hacer cultura, porque tendrá los medios, los contactos y los espacios para hacerlo, lo cual es una profunda contradicción… pero bueno, cada gobierno sabrá cómo quiere pasar a la historia”.
YERMO
Everardo González no tenía contemplado realizar Yermo, el documental fue resultado de una serie de grabaciones que el cineasta realizó durante varios años mientras acompañaba al artista visual Alfredo de Stéfano en su proceso creativo por distintos países.
“Esta película no iba a ser una película, De Stéfano es un artista visual que retrata paisajes desérticos desde hace muchos años y en 2013 me invitó a realizar un detrás de cámaras, así que lo acompañé bajo esa consigna. El paisaje y las personas eran solo el escenario de su proceso, pero con el paso de los años me di cuenta que eso contradecía mucho mi manera de ver el documental, yo no sabía cómo construir solo a partir del paisaje y me di cuenta que había potencial para hacer una película a partir de las personas, así que volví a hablar con Alfredo para darle un giro a la historia y para que en lugar de ser el protagonista se convirtiera en productor de la película, accedió y así logramos el financiamiento para terminarla”.
El proceso no fue sencillo para Everardo porque solo tenía “retazos”, secuencias ligadas al trabajo de Alfredo, “lo difícil fue articular esos retazos para crear una línea narrativa, no había trama ni seguimiento de personajes, los paisajes estaban disociados”, por lo que recurrió a la editora Paloma López Carrillo para juntos buscar el sentido a esas imágenes y en este proceso otra persona clave fue Diana Martín del Campo porque coordinó las traducciones de los ocho idiomas y lenguas que hablan las personas que intervienen en la película.
“Durante un año se trabajó en la traducción y fue a través de eso que nos dimos cuenta que las personas que filmamos aprovechaban nuestra incomprensión de su lengua para burlarse de nosotros, esa libertad que les daba la barrera del idioma se convirtió en la riqueza del proyecto y por lo tanto el montaje fue un proceso mucho más divertido porque yo era la burla de ellos”, reconoció Everardo.
También se dieron a la tarea de contar la vida en el desierto, sin importar su localización, por ello decidieron eliminar las referencias geográficas, la intención era integrarlo todo como una misma concepción de la vida, como si se tratara de un mismo desierto con diferentes habitantes, aunque haya sido filmado en Mongolia, Arizona, Coahuila Marruecos, Chile o Perú.
“Así es como se articuló Yermo, nunca pensamos en un tono informativo sino que apelábamos a la capacidad sensorial del espectador. Creo que ésta es una de las virtudes de esta película, que fue creada y contada de forma muy libre, esperando que esa misma libertad la tenga el espectador para interpretar el material, que sea muy disfrutable en lo visual y sonoro”.
Para Everardo Yermo también habla de ser feliz con lo básico, “creo que en estos momentos es aún más relevante esa visión, por lo que nos está tocando vivir ahora. Cada una de mis películas me ha dejado muchas lecciones, pero Yermo en particular me enseñó a ser menos aprensivo para las futuras películas, me permitió darme cuenta de lo valioso que es el oficio del cineasta y que filmar documentales cuando no hay mucha certeza de lo que va a ocurrir se convierte en una virtud; me enseñó que es fundamental la buena comunión entre los que colaboran en la película; Yermo me enseñó que la realidad es muy generosa y que solo basta una mirada aguda construir una narrativa audiovisual”.
Por todo lo anterior, Everardo ahora tiene la certeza de que lo más valioso de hacer documentales es la libertad que tiene el cineasta al momento de realizarlos y la disposición que pueda tener para modificar sus propias premisas, “esa es quizá es la mayor lección que me ha dejado Yermo, además de darme la posibilidad de haber hecho una película dulce, porque tenía mucho tiempo que mis documentales se centraban en cosas muy oscuras, hacer una película así de amable me ha dado mucha paz”.
ESTRENO DE YERMO EN AMBULANTE 2020
Para Everardo y los productores de Yermo fue una sorpresa estrenar la película en streaming como parte de la Gira de Documentales Ambulante, que este año debido a la emergencia sanitaria por el COVD19 tuvo que realizarse en línea, “estuvimos en esa disyuntiva compleja porque estrenar de esta manera nos anulaba la posibilidad de hacer un estreno como lo hemos hecho desde hace 15 o 16 años, esta película se iba a estrenar en Guadalajara pero como el festival se pospuso, decidimos estrenar en Ambulante de esta forma, aunque eso signifique anular la posibilidad de competir en Guadalajara, porque los festivales piden estrenos”.
Finalmente, decidieron realizar el estreno en línea, en gran medida, señaló Everardo, para apoyar a Ambulante y agradecer el trabajo que han realizado desde hace muchos años. Todo el equipo de la película está muy satisfecho con la respuesta del público, porque los mil visionados que se tenían contemplados se agotaron en las primeras horas de ser liberados, así que se tuvieron que liberar mil visionados más, lo cual habla del interés del público y también de que el documental pudo ser visto por al menos dos mil personas en su estreno, algo que quizá no hubiera sucedido en un estreno tradicional.
“De esta experiencia lo que más extrañamos fue el contacto directo con el público, a mí me gusta ver cómo reacciona la gente al momento de ver la película, fue algo que no pude sentir esta vez, pero en cambio pude vivir la nueva experiencia del contacto a través de las redes sociales, además de que la película fue vista por más de 2000 personas, que para un documental son muy buenos números y eso nos tiene muy contentos”, expresó Everardo, quien se dijo sorprendido por la reacción del público y está convencido de que esta película le regaló algo a las personas “y eso es lo más bonito del cine”.