Familia de medianoche, sobreviviendo en la CDMX

POR: ALEX VANSS

09-03-2020 13:09:58

Familia de medianoche


Todos los habitantes de las grandes ciudades llevan un ritmo de vida acelerado, en medio del caos provocado por el tránsito, los retrasos en el transporte público, las confrontaciones entre personas a causa del estrés, y evidentemente la ciudad más grande del mundo no es la excepción, el frenesí de la Ciudad de México no cesa al caer la noche, cuando la ciudad muta y algunos de sus habitantes recorren la ciudad en busca de trabajo: los paramédicos.

Resulta sorprendente enterarnos que en la CDMX no hay las suficientes ambulancias de instancias gubernamentales para atender a la población, situación que le permite a la familia Ochoa tener una fuente de trabajo en una ambulancia privada y al cineasta norteamericano Luke Lorentzen contar las historias de esta Familia de medianoche.


Los Ochoa son una familia peculiar, su vida los ha llevado a conocer la ciudad y la forma en que se vive y se sobrevive, no son Vin Diesel pero saben moverse rápidos y furiosos, rápidos para atender una emergencia moviéndose por calles y avenidas congestionadas por el tránsito, y furiosos con su competencia y los policías que a como dé lugar buscan sacar la mordida suya de cada día.


Este ritmo acelerado de vida es retratado por la cámara de Luke, una cámara que queda tan cercana a los protagonistas y se reduce al tamaño de la cabina de la ambulancia, que nos permite conocerlos, acercarnos a ellos y empatizar, hasta nos caen bien.


Pero esta cercanía también juega un papel fundamental en el propósito del cineasta norteamericano, cuestionarnos nuestros principios éticos. Y es que cuando vemos a los Ochoa hacer su trabajo, saltarse las leyes, trabajar sin los insumos básicos y manipular al "cliente" para vivir, se pone en confrontación nuestra empatía por ellos y sus decisiones.


Familia de medianoche


El director ha resaltado una y otra vez que su propósito nunca fue decidir si lo que hacían los Ochoa y cómo lo hacían era correcto, bueno o legal, eso queda en manos del espectador, y muchas veces el que ve la pantalla termina convencido de que no son las formas pero una ciudad como la CDMX te obliga a sobrevivir, no justificas sus acciones pero las comprendes.


Y es justo esto último lo que cada vez vemos con mayor frecuencia en el cine, ya sea con ficciones o documentales, el hombre no es bueno y malo, esos mitos, esos prototipos se van cayendo. El ser humano es un ser complejo en el que conviven buenas y malas acciones, el humano es capaz de las más grandes bondades como de los hechos más atroces, ahí tenemos las guerras, los genocidios, los tiroteos, la violencia de género.


Luke a través de su cámara intimista logra revelarnos al ser humano frágil, al que decide prematuramente y luego se arrepiente, al que tiene compasión pero recuerda que hay que sacar la papa para vivir, al que conoce que es ilegal y aún así simula no saberlo, al que sacrifica su vida con tal de ver a su familia feliz, y es que en una ciudad como la de México, todos sacrificamos algo para que quienes amamos sean felices, aún si es contra nuestra propia integridad, eso es Familia de medianoche.




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