Judy, el camino de Renée Zellweger a otro Oscar
POR: CARMEN VARELA
03-02-2020 14:33:45
Aunque los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos suelen dar sorpresas, seguramente uno de los premios que van más seguros este año es el de Mejor Actriz para Renée Zellweger, quien ha arrasado en varias premiaciones, donde se ha reconocido la espléndida interpretación que hace de la actriz estadounidense Judy Garland, la niña prodigio de Hollywood convertida en leyenda tras un triste final.
La cinta, que se estrenó desde el año pasado en el Reino Unido y Estados Unidos, acaba de llegar a México, y aunque no ha sido la más taquillera de la cartelera, se suma al desfile de estrenos de películas nominadas que valen la pena de ver para estar “in” en el ya popular juego de quinielas de la anual entrega de estatuillas doradas, a celebrarse el 9 de febrero en Los Ángeles, California.
Zellweger es favorita por encima de Charlize Theron, como la expresentadora de Fox News, Megyn Kelly, en Bomnshell; Saoirse Ronan, como aspirante a novelista en Little Women; Erivo como Harriet Tubman en Harriet, y Scarlett Johansson por Marriage Story, y puntea por varias razones, entre las más obvias, la transformación estética de la otrora Brigit Jones, que ha hecho de su papel algo muy creíble y conmovedor.
Judy retrata fundamentalmente el último año de vida de la diva norteamericana, con algunos flashbacks que van explicando las inseguridades, temores y carencias de una mujer que fue explotada desde niña por la que sigue siendo considerada la industria más pujante de la cinematografía en el mundo.
Esos retrocesos en el tiempo van dando cuenta de cómo, en complicidad con su madre, fue presionada, herida, menoscabada en su autoestima prácticamente durante toda su infancia y juventud, desde su estelar paso por El Mago de Oz, orillándola a una vida inestable y farmacodependiente.
La Judy del presente es una sombra, un fantasma que deambula por los ecos de su otrora gloria para finalmente acabar de perderse en una sobredosis de fármacos, esos que por años aliviaron sus dolores y frustraciones, desde la impotencia de no poder salir sola al cine con algún chico, la de trabajar 18 horas y ni siquiera poder comerse una hamburguesa; el vacío de no tener una base afectiva sólida, de no saber qué hacer con su soledad, de haber estado siempre rodeada de vividores que la llevaron al altar en cuatro ocasiones, resultado de relaciones que nunca perduraron y que la fueron hundiendo más y más.
La mujer de infinita grandeza, devastada tras haber perdido la custodia de sus dos hijos menores, pero también por desprenderse del escenario, el único espacio vital para ella, donde fue triunfal y alcanzó la idolatría de la gente, donde podía subsistir porque era amada.
La biopic, dirigida por Rupert Goold, se sitúa en el Londres de 1968, durante una época en la que se lo juega a todo o nada y acepta pisar el escenario del Talk of the Town, durante una exitosa gira con localidades agotadas, que no logra conjurar sus fantasmas ni devolverle los recursos que le permitan recuperar a sus hijos.
En conjunto, el drama de una hora y 58 minutos, que pretende rendir homenaje a Garland, cumple sin más, al igual que el resto del elenco, pero entrega a la posteridad una de las mejores actuaciones de Zellweger, quien también canta los éxitos de Garland, logrando meterse en la piel de la actriz y cantante, y más allá, en su alma atormentada, de una manera total y conmovedora, más allá de quienes piensen que ha exagerado o sobreactuado los excesos de la diva de los estudios MGM.
Por todo ello y porque a los jueces les encantan los homenajes a su propia industria es que seguramente Zellweger se alzará como vencedora de la edición 92 de los Premios Oscar, a menos que, como ocurrió en 2017 con Gleen Close, cuando sucumbió ante Emma Stone (La, la land), prefieran romper la quiniela y premien a Scarlett Johanson, quien está nominada por dos películas, a Mejor Actriz (Historia de un matrimonio) y Mejor actriz de reparto (Jo, jo Rabitt). Ya veremos.
Aunque los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos suelen dar sorpresas, seguramente uno de los premios que van más seguros este año es el de Mejor Actriz para Renée Zellweger, quien ha arrasado en varias premiaciones, donde se ha reconocido la espléndida interpretación que hace de la actriz estadounidense Judy Garland, la niña prodigio de Hollywood convertida en leyenda tras un triste final.
La cinta, que se estrenó desde el año pasado en el Reino Unido y Estados Unidos, acaba de llegar a México, y aunque no ha sido la más taquillera de la cartelera, se suma al desfile de estrenos de películas nominadas que valen la pena de ver para estar “in” en el ya popular juego de quinielas de la anual entrega de estatuillas doradas, a celebrarse el 9 de febrero en Los Ángeles, California.
Zellweger es favorita por encima de Charlize Theron, como la expresentadora de Fox News, Megyn Kelly, en Bomnshell; Saoirse Ronan, como aspirante a novelista en Little Women; Erivo como Harriet Tubman en Harriet, y Scarlett Johansson por Marriage Story, y puntea por varias razones, entre las más obvias, la transformación estética de la otrora Brigit Jones, que ha hecho de su papel algo muy creíble y conmovedor.
Judy retrata fundamentalmente el último año de vida de la diva norteamericana, con algunos flashbacks que van explicando las inseguridades, temores y carencias de una mujer que fue explotada desde niña por la que sigue siendo considerada la industria más pujante de la cinematografía en el mundo.
Esos retrocesos en el tiempo van dando cuenta de cómo, en complicidad con su madre, fue presionada, herida, menoscabada en su autoestima prácticamente durante toda su infancia y juventud, desde su estelar paso por El Mago de Oz, orillándola a una vida inestable y farmacodependiente.
La Judy del presente es una sombra, un fantasma que deambula por los ecos de su otrora gloria para finalmente acabar de perderse en una sobredosis de fármacos, esos que por años aliviaron sus dolores y frustraciones, desde la impotencia de no poder salir sola al cine con algún chico, la de trabajar 18 horas y ni siquiera poder comerse una hamburguesa; el vacío de no tener una base afectiva sólida, de no saber qué hacer con su soledad, de haber estado siempre rodeada de vividores que la llevaron al altar en cuatro ocasiones, resultado de relaciones que nunca perduraron y que la fueron hundiendo más y más.
La mujer de infinita grandeza, devastada tras haber perdido la custodia de sus dos hijos menores, pero también por desprenderse del escenario, el único espacio vital para ella, donde fue triunfal y alcanzó la idolatría de la gente, donde podía subsistir porque era amada.
La biopic, dirigida por Rupert Goold, se sitúa en el Londres de 1968, durante una época en la que se lo juega a todo o nada y acepta pisar el escenario del Talk of the Town, durante una exitosa gira con localidades agotadas, que no logra conjurar sus fantasmas ni devolverle los recursos que le permitan recuperar a sus hijos.
En conjunto, el drama de una hora y 58 minutos, que pretende rendir homenaje a Garland, cumple sin más, al igual que el resto del elenco, pero entrega a la posteridad una de las mejores actuaciones de Zellweger, quien también canta los éxitos de Garland, logrando meterse en la piel de la actriz y cantante, y más allá, en su alma atormentada, de una manera total y conmovedora, más allá de quienes piensen que ha exagerado o sobreactuado los excesos de la diva de los estudios MGM.
Por todo ello y porque a los jueces les encantan los homenajes a su propia industria es que seguramente Zellweger se alzará como vencedora de la edición 92 de los Premios Oscar, a menos que, como ocurrió en 2017 con Gleen Close, cuando sucumbió ante Emma Stone (La, la land), prefieran romper la quiniela y premien a Scarlett Johanson, quien está nominada por dos películas, a Mejor Actriz (Historia de un matrimonio) y Mejor actriz de reparto (Jo, jo Rabitt). Ya veremos.