Historia de un matrimonio
POR: SAÚL ARELLANO MONTORO
04-01-2020 14:17:41
El amor de pareja es un tema que ha estado en el cine desde su creación, partiendo de El Beso (1896) de los Edison Studios para evolucionar a la par de la cinematografía con argumentos, diálogos y personajes más complejos; tan complejos como la vida misma. Por eso resulta imposible no hacer referencias de películas que han marcado generaciones enteras en el cine tanto comercial como independiente cuando se ve en pantalla la relación de pareja en cada nueva película que llega al público.
Teniendo esto en cuenta, la película de Noah Baumbach - director de las precisas Margot at the Wedding (2007), The Squid and the Whale (2005) y The Meyerowitz Stories (2017) por mencionar unas pocas - no pretende enredarse en complejidades estéticas ni narrativas sino dejar el extraordinario guión, escrito por él mismo, en los hombros de sus protagonistas Adam Driver y Scarlett Johansson para contar una historia de una simpleza arrolladora que permite la explosión interpretativa de los personajes en momentos tan del día a día que la aceptación y empatía con ellos resulta inmediata.
“... QUE LE DIO LUZ A MI VIDA, APAGANDOLA DESPUÉS”
Noah Baumbach nos atrapa desde los primeros minutos al presentarnos los motivos que hicieron que ambos personajes se enamoraran el uno del otro; una forma amorosa en la que el espectador les toma cariño sin buscar aliarse a ninguno de los dos debido a que nos lleva de la mano para después soltarnos en la realidad; es el principio del camino de la separación.
Scarlett Johansson se planta en escena como una actriz que puede cumplir con creces personajes de intensidad dramática, en este caso de Nicole, dándose el lujo de poder sostener los primeros minutos y conflictos que la orillan a tomar la dura pero comprensible decisión de terminar el matrimonio. De hecho, todos los planteamientos desarrollados en sus diálogos son los que abren la puerta a tener una empatía con ella en lo que parece ser el papel de “víctima” en esta tormenta de inconformidades, desatinos y sentimientos no expresados buscando el “entendimiento implícito” no genéticamente natural de Charlie., su marido.
Todo el primer acto depende de Nicole; de establecer el conflicto que ella tiene con Charlie y crear una atmósfera de lo que ella considera adecuada para beneficio de Henry, el hijo de ambos, y de la vida que quiere a partir de la separación. Los personajes secundarios que apoyan este lado del conflicto son fundamentales para sentar las bases del desarrollo de la trama desde la perspectiva de Nicole debido a que cobijan los motivos de ella para manipular el concepto de víctima y tergiversar el acuerdo al que ya habían llegado a tener como pareja. Por momentos resulta mal manejado por parte del director debido al uso – entendible por cuestiones dramáticas – de los diálogos deshumanizados del personaje de Laura Dern y su antagonista Ray Liotta como los abogados de divorcio de la pareja. Sin embargo, el oficio de ambos rescata las secuencias en la corte de forma adecuada por lo que no resulta molesto al espectador que lo que menos quiere ver es una “caricatura” de juicio de divorcio.
“... EN EL ALMA SOLO TENGO SOLEDAD”
El segundo acto resulta impactante dado que, una vez que conocemos los motivos gracias a los diálogos de Nicole/Scarlett Johansson, entramos de lleno en Charlie.
Adam Driver forjó al personaje desde cero; le dio vida y personalidad propia gracias a su extraordinaria capacidad de entender los motivos que orillaron a Charlie de comportarse con Nicole desde lo que él creía era el amor justo por el pasado familiar que vivió. Curiosamente con Henry pudo desbordarse de forma afectiva pero con su esposa hubo siempre un velo por el cual no pudo reconocer las necesidades de ella como un individuo que buscaba no solo atención sino admiración, respeto y apoyo.
Driver borda cada sensación de su personaje hasta el punto que se exige una contención para ambos y no perder el control tanto de Charlie como de su interpretación. Algo muy difícil de encontrar en los actores y actrices porque el camino del cliché ganado a pulso por la lisonja del medio es lo más adecuado y esperado por los “fans” quienes esperan ver al protagonista y no al personaje que es, de origen, la columna vertebral de cualquier obra interpretativa.
Es aquí donde Adam Driver nos ofrece una actuación que se puede definir sin duda como impecable. Una interpretación fresca, desgarradora, intensa y emotiva de Charlie justo porque es el ser humano promedio. Un hombre con debilidades que no pretende usarlas como justificación de sus errores maritales pero que cree poder con ellas para tratar de salir adelante como esposo y padre hasta que lo rebasan las circunstancias entrando en una espiral de adaptación en la que cae de forma imparable hacía una soledad física pero sobre todo, y aquí es lo más doloroso, sentimental que absorbe una y otra vez hasta que llega el momento más alto de la película que es el enfrentamiento con Nicole donde rompe con esa contención ofreciéndonos una de las secuencias mas dolorosas de la relación como pareja. Johansson es el motivo, Driver es el eje central de esa escena.
Y aún cuando hubo otros momentos de una soledad abrumadora en Charlie, el resplandor interpretativo de Driver fue justamente en esa secuencia para beneficio de la cinematografía de todos los tiempos.
EN RESUMEN
HISTORIA DE UN MATRIMONIO se suma, con luz propia, a las grandes y formativas películas de conflicto marital de la cinematografía mundial gracias al trabajo – en ese orden – de Driver y Johansson quienes aportaron un extra al ya de por si perfecto guion vivencial de Noah Baumbach quien supo dejar libre a sus actores en el momento idóneo y dirigirlos cuando debió hacerlo.
Una película que remueve fibras muy personales y por lo mismo, cada persona que llega a ella le da un valor distinto en contexto e intensidad que la hace identificable en algún momento de su vida o de los suyos
El amor de pareja es un tema que ha estado en el cine desde su creación, partiendo de El Beso (1896) de los Edison Studios para evolucionar a la par de la cinematografía con argumentos, diálogos y personajes más complejos; tan complejos como la vida misma. Por eso resulta imposible no hacer referencias de películas que han marcado generaciones enteras en el cine tanto comercial como independiente cuando se ve en pantalla la relación de pareja en cada nueva película que llega al público.
Teniendo esto en cuenta, la película de Noah Baumbach - director de las precisas Margot at the Wedding (2007), The Squid and the Whale (2005) y The Meyerowitz Stories (2017) por mencionar unas pocas - no pretende enredarse en complejidades estéticas ni narrativas sino dejar el extraordinario guión, escrito por él mismo, en los hombros de sus protagonistas Adam Driver y Scarlett Johansson para contar una historia de una simpleza arrolladora que permite la explosión interpretativa de los personajes en momentos tan del día a día que la aceptación y empatía con ellos resulta inmediata.
“... QUE LE DIO LUZ A MI VIDA, APAGANDOLA DESPUÉS”
Noah Baumbach nos atrapa desde los primeros minutos al presentarnos los motivos que hicieron que ambos personajes se enamoraran el uno del otro; una forma amorosa en la que el espectador les toma cariño sin buscar aliarse a ninguno de los dos debido a que nos lleva de la mano para después soltarnos en la realidad; es el principio del camino de la separación.
Scarlett Johansson se planta en escena como una actriz que puede cumplir con creces personajes de intensidad dramática, en este caso de Nicole, dándose el lujo de poder sostener los primeros minutos y conflictos que la orillan a tomar la dura pero comprensible decisión de terminar el matrimonio. De hecho, todos los planteamientos desarrollados en sus diálogos son los que abren la puerta a tener una empatía con ella en lo que parece ser el papel de “víctima” en esta tormenta de inconformidades, desatinos y sentimientos no expresados buscando el “entendimiento implícito” no genéticamente natural de Charlie., su marido.
Todo el primer acto depende de Nicole; de establecer el conflicto que ella tiene con Charlie y crear una atmósfera de lo que ella considera adecuada para beneficio de Henry, el hijo de ambos, y de la vida que quiere a partir de la separación. Los personajes secundarios que apoyan este lado del conflicto son fundamentales para sentar las bases del desarrollo de la trama desde la perspectiva de Nicole debido a que cobijan los motivos de ella para manipular el concepto de víctima y tergiversar el acuerdo al que ya habían llegado a tener como pareja. Por momentos resulta mal manejado por parte del director debido al uso – entendible por cuestiones dramáticas – de los diálogos deshumanizados del personaje de Laura Dern y su antagonista Ray Liotta como los abogados de divorcio de la pareja. Sin embargo, el oficio de ambos rescata las secuencias en la corte de forma adecuada por lo que no resulta molesto al espectador que lo que menos quiere ver es una “caricatura” de juicio de divorcio.
“... EN EL ALMA SOLO TENGO SOLEDAD”
El segundo acto resulta impactante dado que, una vez que conocemos los motivos gracias a los diálogos de Nicole/Scarlett Johansson, entramos de lleno en Charlie.
Adam Driver forjó al personaje desde cero; le dio vida y personalidad propia gracias a su extraordinaria capacidad de entender los motivos que orillaron a Charlie de comportarse con Nicole desde lo que él creía era el amor justo por el pasado familiar que vivió. Curiosamente con Henry pudo desbordarse de forma afectiva pero con su esposa hubo siempre un velo por el cual no pudo reconocer las necesidades de ella como un individuo que buscaba no solo atención sino admiración, respeto y apoyo.
Driver borda cada sensación de su personaje hasta el punto que se exige una contención para ambos y no perder el control tanto de Charlie como de su interpretación. Algo muy difícil de encontrar en los actores y actrices porque el camino del cliché ganado a pulso por la lisonja del medio es lo más adecuado y esperado por los “fans” quienes esperan ver al protagonista y no al personaje que es, de origen, la columna vertebral de cualquier obra interpretativa.
Es aquí donde Adam Driver nos ofrece una actuación que se puede definir sin duda como impecable. Una interpretación fresca, desgarradora, intensa y emotiva de Charlie justo porque es el ser humano promedio. Un hombre con debilidades que no pretende usarlas como justificación de sus errores maritales pero que cree poder con ellas para tratar de salir adelante como esposo y padre hasta que lo rebasan las circunstancias entrando en una espiral de adaptación en la que cae de forma imparable hacía una soledad física pero sobre todo, y aquí es lo más doloroso, sentimental que absorbe una y otra vez hasta que llega el momento más alto de la película que es el enfrentamiento con Nicole donde rompe con esa contención ofreciéndonos una de las secuencias mas dolorosas de la relación como pareja. Johansson es el motivo, Driver es el eje central de esa escena.
Y aún cuando hubo otros momentos de una soledad abrumadora en Charlie, el resplandor interpretativo de Driver fue justamente en esa secuencia para beneficio de la cinematografía de todos los tiempos.
EN RESUMEN
HISTORIA DE UN MATRIMONIO se suma, con luz propia, a las grandes y formativas películas de conflicto marital de la cinematografía mundial gracias al trabajo – en ese orden – de Driver y Johansson quienes aportaron un extra al ya de por si perfecto guion vivencial de Noah Baumbach quien supo dejar libre a sus actores en el momento idóneo y dirigirlos cuando debió hacerlo.
Una película que remueve fibras muy personales y por lo mismo, cada persona que llega a ella le da un valor distinto en contexto e intensidad que la hace identificable en algún momento de su vida o de los suyos