Ad Astra: introspección hacia el espacio interno
POR: MAURICIO HERNÁNDEZ
25-09-2019 10:36:31
Las cintas sobre el espacio y viajes interestelares son un subgénero eminentemente estadounidense. Si bien, no son los únicos en abordarlo, son quienes en más ocasiones han utilizado el hilo conductor de este tipo de travesías o escenarios cósmicos, adaptándolo a diferentes historias, desde la épica hiperheróica Apolo 13 (Ron Howard, 1995) al documental como Apollo 11 (Todd Douglas Miller, 2019), las exploraciones genéricas varían y Ad Astra: Hacia las estrellas, es una nueva entrada al género.
Ad Astra: Hacia las estrellas, dirigida por James Gray, aborda la historia de Roy McBride (impresionante buen astronauta, Brad Pitt), un astronauta condecorado que es enviado a rastrear y eliminar cualquier rastro del Proyecto Lima, una expedición encabezada por Clifford McBride (Tommy Lee Jones), el padre de Roy, que tenía como objetivo el encontrar vida inteligente. De no desactivarse, el planeta podría estar en peligro.
Si bien, permanece el matiz heroico casi inherente, esta película en realidad plantea dos viajes simultáneos: una introspección a los traumas del personaje y un viaje hacia Neptuno. Ambos se conectan al revelarse que la motivación real del protagonista es confrontar a su padre, superar la ausencia y llenar el vacío… en el vacío.
Esta idea se refuerza con los monólogos en voz en off de Roy, quien explica sus sensaciones a la audiencia y da más detalles sobre las penumbras que lo cubren. La conjunción de la voz con los acercamientos a la mirada perdida del hombre y los extraordinarios escenarios generan una atmósfera íntima en la trama. Esta es una historia de un hombre rescatándose a sí mismo y que no cae en las pretensiones de apantallar a la audiencia con cualquier escándalo.
La relación entre padre e hijo es otro punto interesante del argumento, pues es expuesta como un abandono total por la figura paterna, algo por demás común, por la inmersión en su trabajo enfocado en un propósito: hallar vida inteligente. Esta idea sobre si “somos los únicos” se ha barajado en muchísimas ocasiones en el entretenimiento.
Sin embargo, ¿alguna vez se ha pensado que sí podríamos ser los únicos? Apartando debates que incluyan las dimensiones del universo -si son las que nos han hecho creer…- o alguna otra “prueba contundente” que pueda existir, esta posibilidad actualmente ya no se considera. Así pues, se entrelaza la psicología de Clifford, un tipo aislado por encontrar algo que podría no existir, con una rama final de la historia. Un tipo solo que siempre estuvo buscando. Está solitario en el ocaso y eso también ha afectado a su descendencia.
Hay muchas similitudes con El primer hombre en la Luna, de Damien Chazelle. Ambas relatan un viaje personal de hombres derruidos en la persecución de algo más grande que ellos; también, el aprovechamiento de los recursos para crear una ilusión eficiente de un panorama espacial que demuestra un maximalismo intrínseco a este tipo de filmes. La enorme diferencia que encuentro es que una adjetiva el encuentro de su estelarista consigo mismo y su gran temor; la otra, una especie de viacrucis moderno que, finalmente, mantiene el mito del alunizaje.
Ad Astra es un interesante giro al común subgénero estadounidense de las travesías espaciales. Una virtuosa composición de la posible vida fuera de nuestro planeta. Un viaje hacia el centro y no hacia las estrellas.
Las cintas sobre el espacio y viajes interestelares son un subgénero eminentemente estadounidense. Si bien, no son los únicos en abordarlo, son quienes en más ocasiones han utilizado el hilo conductor de este tipo de travesías o escenarios cósmicos, adaptándolo a diferentes historias, desde la épica hiperheróica Apolo 13 (Ron Howard, 1995) al documental como Apollo 11 (Todd Douglas Miller, 2019), las exploraciones genéricas varían y Ad Astra: Hacia las estrellas, es una nueva entrada al género.
Ad Astra: Hacia las estrellas, dirigida por James Gray, aborda la historia de Roy McBride (impresionante buen astronauta, Brad Pitt), un astronauta condecorado que es enviado a rastrear y eliminar cualquier rastro del Proyecto Lima, una expedición encabezada por Clifford McBride (Tommy Lee Jones), el padre de Roy, que tenía como objetivo el encontrar vida inteligente. De no desactivarse, el planeta podría estar en peligro.
Si bien, permanece el matiz heroico casi inherente, esta película en realidad plantea dos viajes simultáneos: una introspección a los traumas del personaje y un viaje hacia Neptuno. Ambos se conectan al revelarse que la motivación real del protagonista es confrontar a su padre, superar la ausencia y llenar el vacío… en el vacío.
Esta idea se refuerza con los monólogos en voz en off de Roy, quien explica sus sensaciones a la audiencia y da más detalles sobre las penumbras que lo cubren. La conjunción de la voz con los acercamientos a la mirada perdida del hombre y los extraordinarios escenarios generan una atmósfera íntima en la trama. Esta es una historia de un hombre rescatándose a sí mismo y que no cae en las pretensiones de apantallar a la audiencia con cualquier escándalo.
La relación entre padre e hijo es otro punto interesante del argumento, pues es expuesta como un abandono total por la figura paterna, algo por demás común, por la inmersión en su trabajo enfocado en un propósito: hallar vida inteligente. Esta idea sobre si “somos los únicos” se ha barajado en muchísimas ocasiones en el entretenimiento.
Sin embargo, ¿alguna vez se ha pensado que sí podríamos ser los únicos? Apartando debates que incluyan las dimensiones del universo -si son las que nos han hecho creer…- o alguna otra “prueba contundente” que pueda existir, esta posibilidad actualmente ya no se considera. Así pues, se entrelaza la psicología de Clifford, un tipo aislado por encontrar algo que podría no existir, con una rama final de la historia. Un tipo solo que siempre estuvo buscando. Está solitario en el ocaso y eso también ha afectado a su descendencia.
Hay muchas similitudes con El primer hombre en la Luna, de Damien Chazelle. Ambas relatan un viaje personal de hombres derruidos en la persecución de algo más grande que ellos; también, el aprovechamiento de los recursos para crear una ilusión eficiente de un panorama espacial que demuestra un maximalismo intrínseco a este tipo de filmes. La enorme diferencia que encuentro es que una adjetiva el encuentro de su estelarista consigo mismo y su gran temor; la otra, una especie de viacrucis moderno que, finalmente, mantiene el mito del alunizaje.
Ad Astra es un interesante giro al común subgénero estadounidense de las travesías espaciales. Una virtuosa composición de la posible vida fuera de nuestro planeta. Un viaje hacia el centro y no hacia las estrellas.