Pedro Weber "Chatanuga", más que un cómico del cine de ficheras
POR: ULISES CASTAÑEDA
22-03-2016 15:33:27
“¿De qué nos reímos los mexicanos?, de lo malo que nos está pasando; eso bendito sea Dios tenemos un sentido del humor muy bueno; sabemos que por donde quiera nos están golpeando pero nos reímos”, dijo el actor Pedro Weber “Chatanuga”, en una de sus entrevistas para hablar de la satisfacción de ser un comediante en México.
Un comediante más que un cómico, por cierto. Porque él decía que había evolucionado al pasar de las carpas y teatros de revista a la pantalla chica y grande en donde se desenvolvió como personaje del cine de ficheras.
Pedro Manuel Weber Chávez falleció este 22 de marzo a los 82 años de edad debido a una insuficiencia cardiaca y respiratoria. Desde 2004 padecía de problemas cardíacos.
El actor nació el 27 de noviembre de 1933, a las 11:00 en Ciudad Guzmán, Jalisco, y aunque su carrera nada tuvo que ver con la política, tuvo como padrino de bautizo al ex Presidente de México, Manuel Ávila Camacho, gracias a su padre, quien ocupó un cargo importante en el sector salud.
Su carácter inquieto provocó que en varias ocasiones fuera expulsado de las escuelas a las que asistió y antes de llegar al mundo de la actuación trabajó en el hospital La Castañeda, porque su padre —de origen libanés— también trabajó ahí, sin embargo, prefirió probar suerte en el mundo artístico por influencia de su madre, quien gustaba de tocar piano y pintar. Ella le inculcó el interés por el teatro.
Tras su paso por el hospital, donde colaboró en distintas áreas, aunque aprendió más en el laboratorio de cirugía experimental, encontró un nuevo trabajo como vendedor de cambaceo, un negocio de ventas de casas y negocios cuyos dueños eran Ricardo y Jorge Manzano, familiares de Miguel y Virginia Manzano, un par de actores que se hacían llamar Los pingüinos excéntricos musicales, a finales de los años 40.
“Ay!, a poco te gusta esto del teatro, pues qué te parece si vamos ensayando una rutina, ya tengo los contactos”, le dijo Ricardo, según recordó Chatanuga en una entrevista. Mientras que su pasión por el baile lo hacía frecuentar salones como Los Ángeles, Smirna, Chamberry o el Swing Club, donde audicionó para la película Baile mi rey, de Adalberto Martínez “Resortes”. No quedó seleccionado pero éste fue el punto de partida.
La señora Rosa Franco, empresaria del teatro Salón Obrero, ubicado en el barrio de Tacubaya, fue quien le dio su primera oportunidad. Comenzó a ensayar una rutina de baile y chistes. A partir de entonces Chatanuga trabajó durante 10 años en carpas y terrazas que fungían como cines, así inició de manera profesional su carrera.
Así fue como apareció en filmes como La diosa arrodillada (1947), Salón México (1948) y Aventurera (1949). En ese periodo combinaba su trabajo como actor con el de maestro de ceremonias en la llamada Caravana Corona y como director de escena en el Madison Square Garden, en Nueva York.
Regresó a México para laborar en el Teatro Blanquita, de la mano del “Güero” Castro y Guillermo Calderón con un espectáculo cómico musical que mantuvo por cinco años. De esa esa época, Weber recordaba en sus anécdotas que el cantautor José Alfredo Jiménez fue testigo legal en su primer matrimonio.
“Cómo es posible que esta camada de buenos cómicos no esté en cine, a ver me los traes... y dicho y hecho”, dijo Chatanuga sobre Guillermo Calderón, cuando un buen día le habló para darle la oportunidad de desenvolverse en lo que después se llamó cine de ficheras, primero con apariciones en filmes como Dos caballeros de espada y La Duquesa diabólica, posteriormente en otros con mayor peso como Bellas de noche y Las ficheras.
Su papel más recordado fue el protagonizado en 1989 con El vampiro teporocho, aunque también destacó en El Comanche (1973), Los hombres no deben llorar (1979), Son tus perjúmenes mujer (1978), El mil usos (1981) y Ni modo, así somos (1981).
En 2007 trabajó en el largometraje One long night, cuya temática narra la historia de un hombre estadounidense de origen mexicano que se dedica a los negocios y sufre una serie de peripecias al pasar una noche en la Ciudad de México. Su más reciente participación en cine fue bajo la dirección de Jack Zagha en En el último trago.
En 2014 fue hospitalizado por problemas de riñón, sin embargo, esto fue descartado tras los estudios que confirmaron que se trataba de problemas cardíacos, los cuales padecía 10 años atrás.
Defensor del humor en todas sus facetas, el actor murió burlándose de la muerte y con el mensaje de darle a la comedia el sentido que merece: “La comedia que se hacía hace 40 o 50 años a la actual es totalmente diferente. Ahora los comediantes dicen malas palabras y mentadas de madre para hacer reír a la gente. Pero la risa es la misma, la comedia es la comedia”.
“¿De qué nos reímos los mexicanos?, de lo malo que nos está pasando; eso bendito sea Dios tenemos un sentido del humor muy bueno; sabemos que por donde quiera nos están golpeando pero nos reímos”, dijo el actor Pedro Weber “Chatanuga”, en una de sus entrevistas para hablar de la satisfacción de ser un comediante en México.
Un comediante más que un cómico, por cierto. Porque él decía que había evolucionado al pasar de las carpas y teatros de revista a la pantalla chica y grande en donde se desenvolvió como personaje del cine de ficheras.
Pedro Manuel Weber Chávez falleció este 22 de marzo a los 82 años de edad debido a una insuficiencia cardiaca y respiratoria. Desde 2004 padecía de problemas cardíacos.
El actor nació el 27 de noviembre de 1933, a las 11:00 en Ciudad Guzmán, Jalisco, y aunque su carrera nada tuvo que ver con la política, tuvo como padrino de bautizo al ex Presidente de México, Manuel Ávila Camacho, gracias a su padre, quien ocupó un cargo importante en el sector salud.
Su carácter inquieto provocó que en varias ocasiones fuera expulsado de las escuelas a las que asistió y antes de llegar al mundo de la actuación trabajó en el hospital La Castañeda, porque su padre —de origen libanés— también trabajó ahí, sin embargo, prefirió probar suerte en el mundo artístico por influencia de su madre, quien gustaba de tocar piano y pintar. Ella le inculcó el interés por el teatro.
Tras su paso por el hospital, donde colaboró en distintas áreas, aunque aprendió más en el laboratorio de cirugía experimental, encontró un nuevo trabajo como vendedor de cambaceo, un negocio de ventas de casas y negocios cuyos dueños eran Ricardo y Jorge Manzano, familiares de Miguel y Virginia Manzano, un par de actores que se hacían llamar Los pingüinos excéntricos musicales, a finales de los años 40.
“Ay!, a poco te gusta esto del teatro, pues qué te parece si vamos ensayando una rutina, ya tengo los contactos”, le dijo Ricardo, según recordó Chatanuga en una entrevista. Mientras que su pasión por el baile lo hacía frecuentar salones como Los Ángeles, Smirna, Chamberry o el Swing Club, donde audicionó para la película Baile mi rey, de Adalberto Martínez “Resortes”. No quedó seleccionado pero éste fue el punto de partida.
La señora Rosa Franco, empresaria del teatro Salón Obrero, ubicado en el barrio de Tacubaya, fue quien le dio su primera oportunidad. Comenzó a ensayar una rutina de baile y chistes. A partir de entonces Chatanuga trabajó durante 10 años en carpas y terrazas que fungían como cines, así inició de manera profesional su carrera.
Así fue como apareció en filmes como La diosa arrodillada (1947), Salón México (1948) y Aventurera (1949). En ese periodo combinaba su trabajo como actor con el de maestro de ceremonias en la llamada Caravana Corona y como director de escena en el Madison Square Garden, en Nueva York.
Regresó a México para laborar en el Teatro Blanquita, de la mano del “Güero” Castro y Guillermo Calderón con un espectáculo cómico musical que mantuvo por cinco años. De esa esa época, Weber recordaba en sus anécdotas que el cantautor José Alfredo Jiménez fue testigo legal en su primer matrimonio.
“Cómo es posible que esta camada de buenos cómicos no esté en cine, a ver me los traes... y dicho y hecho”, dijo Chatanuga sobre Guillermo Calderón, cuando un buen día le habló para darle la oportunidad de desenvolverse en lo que después se llamó cine de ficheras, primero con apariciones en filmes como Dos caballeros de espada y La Duquesa diabólica, posteriormente en otros con mayor peso como Bellas de noche y Las ficheras.
Su papel más recordado fue el protagonizado en 1989 con El vampiro teporocho, aunque también destacó en El Comanche (1973), Los hombres no deben llorar (1979), Son tus perjúmenes mujer (1978), El mil usos (1981) y Ni modo, así somos (1981).
En 2007 trabajó en el largometraje One long night, cuya temática narra la historia de un hombre estadounidense de origen mexicano que se dedica a los negocios y sufre una serie de peripecias al pasar una noche en la Ciudad de México. Su más reciente participación en cine fue bajo la dirección de Jack Zagha en En el último trago.
En 2014 fue hospitalizado por problemas de riñón, sin embargo, esto fue descartado tras los estudios que confirmaron que se trataba de problemas cardíacos, los cuales padecía 10 años atrás.
Defensor del humor en todas sus facetas, el actor murió burlándose de la muerte y con el mensaje de darle a la comedia el sentido que merece: “La comedia que se hacía hace 40 o 50 años a la actual es totalmente diferente. Ahora los comediantes dicen malas palabras y mentadas de madre para hacer reír a la gente. Pero la risa es la misma, la comedia es la comedia”.