#AnaYBruno: la verdadera preocupación no está en la clasificación
POR: JESSICA MENDOZA
28-09-2018 16:00:18
Ana y Bruno. Dos nombres comunes que dan vida a una historia poco explorada en el cine de animación. Esquizofrenia y luto, dos palabras que describen el mundo de Ana y Bruno, película dirigida por Carlos Carrera, que tras diez años de realización y su paso por el Festival Internacional de Cine de Morelia, tuvo su estreno en salas comerciales.
El largometraje animado presenta a través de animaciones sobrias pero significativas un mundo lúgubre gobernado por personajes imaginarios. Una mirada consistente sobre las enfermedades mentales, los niños de la calle, la burocracia en los hospitales psiquiátricos y el duelo.
Diversas han sido las críticas hacia la clasificación de la película. Algunos adultos consideran que no es apta para niños pues trata temas fuertes. En el cine, el contenido que ven los niños está clasificado por lo que, de acuerdo a éste, se les permite o no ver la película en cuestión. En la televisión el contenido se clasifica pero no necesariamente se le impide al niño verlo. Mientras que en internet el contenido no está clasificado ni restringido y niños de cualquier edad tienen acceso a toda contenidos violentos, sexuales e inadecuados. Nadie regula y nadie critica.
Pero ¿por qué una película de animación que habla sobre enfermedades mentales y duelo, situaciones que suceden en la vida real e incluso pueden ser cercanas a nosotros, provoca tanto alboroto?
Ana y Bruno es una película de animación, alejada a las historias tradicionales de princesas, magos y superhéroes. La historia se desenvuelve en una familia común de San Marcos que se enfrenta a problemas reales de la vida cotidiana. No hay zombies ni hadas, es una historia profunda en un mundo posible cercano a mí, a ti y a todos los que están leyendo.
Carlos Carrera toma como escenario un hospital psiquiátrico donde habita una madre, su hija y seres imaginarios que nos adentran a una aventura inigualable. En el hospital podemos conocer diferentes enfermedades mentales representadas en cada uno de los pacientes y sus amigos imaginarios. Son enfermedades reales y más comunes de lo que pensamos.
Según la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión (INCyTU) el 17 % de los mexicanos sufre algún trastorno mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la salud como un estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades sintomáticas.
El concepto de salud implica bienestar personal, independencia y estabilidad a nivel emocional e intelectual. Sin lo anterior no se puede decir que se está sano. ¿Acaso no es la salud un tema pertinente y apto para todo público?
A nivel mundial más de 300 millones padecen depresión, 60 millones trastorno bipolar y casi 21 millones esquizofrenia. Además, casi un millón de personas se suicida al año por dichos padecimientos que probablemente pudieron ser evitados si se hubiera tenido apoyo y atención profesional.
Muchas personas consideran a las enfermedades mentales como temas delicados que no se hablan en todas partes o que prefieren evitar. Se ha convertido en un tema tabú en lugar de procurar hacerse del conocimiento de las personas para entender qué sucede, cómo puede detectarse y principalmente cómo tratarse.
Es un tema que no debe evitarse ya que los factores de riesgos son inminentes: la predisposición genética, los detonadores ambientales y sociales derivados de las experiencias y el estilo de vida de una sociedad cada vez más hundida en el estrés, traumatismo, presión, etc.
Desde temprana edad, se puede estar sometido a dichos factores que pueden ir forjando la inestabilidad emocional de los infantes o simplemente desencadenarse por problemas genéticos, entonces por qué parece inapropiado hablar de dichos temas si Carlos Carrera logra transmitir su mensaje a través de personajes animados.
No hay groserías, obscenidades o escenas inapropiadas en el film. Las escenas y los personajes son adecuados, sutiles, grotescos pero muy cercanos a la realidad. Enfermeros, psiquiatras, niños de la calle, madres solteras y hasta un taquero. Personajes de la vida real a los cuales estamos propensos de encontrar.
Ana y Bruno mantiene un acercamiento real a temas complejos pero necesarios de tratar con los niños. Si la salud es un tema universal y como padres se procura el bienestar de los hijos, son mayores los motivos para traer a los niños a disfrutar de esta película.
Por lo tanto, mientras que para los niños será un filme interesante, para los adultos serán, sin duda alguna, un deleite visual acompañado de una historia que te atrapa desde la primera escena.
Ana y Bruno. Dos nombres comunes que dan vida a una historia poco explorada en el cine de animación. Esquizofrenia y luto, dos palabras que describen el mundo de Ana y Bruno, película dirigida por Carlos Carrera, que tras diez años de realización y su paso por el Festival Internacional de Cine de Morelia, tuvo su estreno en salas comerciales.
El largometraje animado presenta a través de animaciones sobrias pero significativas un mundo lúgubre gobernado por personajes imaginarios. Una mirada consistente sobre las enfermedades mentales, los niños de la calle, la burocracia en los hospitales psiquiátricos y el duelo.
Diversas han sido las críticas hacia la clasificación de la película. Algunos adultos consideran que no es apta para niños pues trata temas fuertes. En el cine, el contenido que ven los niños está clasificado por lo que, de acuerdo a éste, se les permite o no ver la película en cuestión. En la televisión el contenido se clasifica pero no necesariamente se le impide al niño verlo. Mientras que en internet el contenido no está clasificado ni restringido y niños de cualquier edad tienen acceso a toda contenidos violentos, sexuales e inadecuados. Nadie regula y nadie critica.
Pero ¿por qué una película de animación que habla sobre enfermedades mentales y duelo, situaciones que suceden en la vida real e incluso pueden ser cercanas a nosotros, provoca tanto alboroto?
Ana y Bruno es una película de animación, alejada a las historias tradicionales de princesas, magos y superhéroes. La historia se desenvuelve en una familia común de San Marcos que se enfrenta a problemas reales de la vida cotidiana. No hay zombies ni hadas, es una historia profunda en un mundo posible cercano a mí, a ti y a todos los que están leyendo.
Carlos Carrera toma como escenario un hospital psiquiátrico donde habita una madre, su hija y seres imaginarios que nos adentran a una aventura inigualable. En el hospital podemos conocer diferentes enfermedades mentales representadas en cada uno de los pacientes y sus amigos imaginarios. Son enfermedades reales y más comunes de lo que pensamos.
Según la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión (INCyTU) el 17 % de los mexicanos sufre algún trastorno mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la salud como un estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades sintomáticas.
El concepto de salud implica bienestar personal, independencia y estabilidad a nivel emocional e intelectual. Sin lo anterior no se puede decir que se está sano. ¿Acaso no es la salud un tema pertinente y apto para todo público?
A nivel mundial más de 300 millones padecen depresión, 60 millones trastorno bipolar y casi 21 millones esquizofrenia. Además, casi un millón de personas se suicida al año por dichos padecimientos que probablemente pudieron ser evitados si se hubiera tenido apoyo y atención profesional.
Muchas personas consideran a las enfermedades mentales como temas delicados que no se hablan en todas partes o que prefieren evitar. Se ha convertido en un tema tabú en lugar de procurar hacerse del conocimiento de las personas para entender qué sucede, cómo puede detectarse y principalmente cómo tratarse.
Es un tema que no debe evitarse ya que los factores de riesgos son inminentes: la predisposición genética, los detonadores ambientales y sociales derivados de las experiencias y el estilo de vida de una sociedad cada vez más hundida en el estrés, traumatismo, presión, etc.
Desde temprana edad, se puede estar sometido a dichos factores que pueden ir forjando la inestabilidad emocional de los infantes o simplemente desencadenarse por problemas genéticos, entonces por qué parece inapropiado hablar de dichos temas si Carlos Carrera logra transmitir su mensaje a través de personajes animados.
No hay groserías, obscenidades o escenas inapropiadas en el film. Las escenas y los personajes son adecuados, sutiles, grotescos pero muy cercanos a la realidad. Enfermeros, psiquiatras, niños de la calle, madres solteras y hasta un taquero. Personajes de la vida real a los cuales estamos propensos de encontrar.
Ana y Bruno mantiene un acercamiento real a temas complejos pero necesarios de tratar con los niños. Si la salud es un tema universal y como padres se procura el bienestar de los hijos, son mayores los motivos para traer a los niños a disfrutar de esta película.
Por lo tanto, mientras que para los niños será un filme interesante, para los adultos serán, sin duda alguna, un deleite visual acompañado de una historia que te atrapa desde la primera escena.